Selección de personal

Verónica Rabb

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¿Me puedes describir cuál es tu gran debilidad? ¿Me puedes describir cuál es tu mayor fortaleza? ¿Cuéntame de tu currículum? Estas son solo algunas de las preguntas que a más de alguno nos ha tocado responder en una entrevista de trabajo. Encuentros terribles, en los que escenificamos mentalmente o en voz alta la forma en que vamos a responder al entrevistador. No es chacota. Uno se prepara de la mejor forma posible para cabalgar olas gigantes, procesos de selección que a veces se estiran, se estiran, se estiran hasta convertirse en una maratón de preguntas y ejercicios que pueden durar varios meses. Menos para algunos, claro. Que a menudo sean chilenos quienes ejercen cierta supremacía, añade más tristeza a la tristeza y más rabia a la rabia.

A Manuel Monsalve Benavides no lo llamó el responsable de recursos humanos de La Moneda... No hubo una primera llamada, tampoco una segunda o una tercera o una cuarta. El cargo de subsecretario del Interior fue suyo sin mediar entrevista ni test psicológico alguno. Eso es para las personas de a pie. Y así durante tres años la seguridad del país estuvo en manos de un fulano que cara de palo se ocupó y preocupó de cualquier cosa, menos de la seguridad. El nivel... Cada información nueva que nos cuentan es peor que la otra ¿Cómo fue el proceso que finalmente lo designó como autoridad de gobierno? ¡Chitas! El mal cuoteo político y la repartición de cargos a la chuña nos tiene mal.

¿No hay exámenes psicológicos para evaluar habilidades, competencias y rasgos de personalidad para ser el encargado de la seguridad interior del país? ¿Nadie supo ni de lejos algo que hiciera sospechar que no era el pastorcillo de Coronel, el repartidor de risas a sus vecinos, llamado Manuel y apellidado Monsalve Benavides, sino que en realidad era el mismo lobo del que había que arrancar y esconderse?

Nadie gritó ¡viene el lobo, viene el lobo! Pasaron los días, las semanas, nadie atendió a sus gritos hasta que asomó la oreja, los dientes y empezó a dar mordiscos y a comer como lima nueva. El lobo llega siempre... Llega al final, cuando nadie lo espera, llega. El caso Monsalve debería promover muchas reflexiones, esta es la mía. Ha sido un placer, y un privilegio, dirigirme a ustedes nuevamente.