Transantiago, un vergonzoso récord olímpico

Cuando el Transantiago cumplía nueve años de implementación, hace seis meses, fui claro en señalar que era un triste aniversario y que el sistema necesitaba un rediseño urgente, basado en que el bus vaya a buscar al pasajero y no el pasajero al bus.

Posteriormente, el Gobierno lanzó un plan denominado “¿Cuál es tu parada?”, que pretendía implementar medidas para mejorar la calidad de servicio, incluso con participación ciudadana.

A medio año del anuncio los resultados son desastrosos, con un aumento del 30% de evasión en el trimestre abril-junio 2016. El peor y más vergonzoso de los récords para el transporte público en Chile, si hablamos en lenguaje olímpico.

Esta cifra causa impotencia, sobre todo en aquellos usuarios que con mucho esfuerzo destinan una parte importante de sus ingresos a cancelar el pasaje en forma responsable. Es gracias a ellos, los más honrados, que el sistema no termina por hundirse.

Frente a todos estos antecedentes, me llama profundamente la atención la enorme falta de autocrítica por parte del Gobierno, que en vez de asumir los errores y redoblar esfuerzos para mejorar el sistema, termina por responsabilizar a los operadores, quienes en un “pimponeo” poco deportivo le devuelven la pelota una y otra vez a la autoridad. Ya es tiempo que el Gobierno se ponga del lado de la gente y deje de desligarse de sus responsabilidades.

La respuesta del ministro Gómez-Lobo, donde asegura “no tener una hipótesis”, es aún más desconcertante. Si no se tiene noción alguna de lo que está pasando, mucho menos podemos esperar una solución. 

Como siempre, quienes sufren día a día las consecuencias son los usuarios, quienes deben someterse a un servicio que sólo empeora su calidad de vida, poco digno y deficiente.Este tipo de respuestas de la autoridad demuestra la enorme incapacidad del Gobierno de ponerse en los pantalones de la gente que no tiene privilegios.

No debemos olvidar que el Transantiago lo financiamos entre todos los chilenos. Por eso, merecemos al menos una “hipótesis” o una “noción” de las razones de su fracaso. La evasión provoca un tremendo daño económico al sistema, entonces,¿hasta cuándo seguiremos botando la plata con medidas poco eficientes?

Mi obligación como parlamentario que se preocupa por la gente es continuar presionando para que la autoridad considere las propuestas de trabajo que he presentado, para avanzar hacia un rediseño urgente que aumente la cantidad de operadores, generando competencia. De esta manera tendremos un sistema que mejore los traslados e incluso lo haga en menor tiempo. Sólo así el Transantiago dejará atrás las cifras que lo llevan a podios de vergonzosos récords olímpicos.

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