La conformación del Frente Amplio es un hito en el esfuerzo por convocar a un proyecto político que aporte en la construcción de una sociedad justa, democrática y menos desigual. En un momento político de fragmentación de las derechas e izquierdas en Chile, y en el mundo, el Frente Amplio toma el camino opuesto, construyéndose desde la unidad, tendiendo puentes, entendiendo la urgencia de que la política debe construir acuerdos y entregar soluciones a los problemas que día a día aquejan al país, representando a las mayorías que hoy no ven en la política una herramienta de cambio.
El Frente Amplio debe ser un partido al servicio del bienestar de todos los ciudadanos del país, asegurando que su acción política y vocación de mayorías sea un proceso virtuoso que sume experiencia de cambio hacia la sociedad que Chile sueña. Lo que está en juego en la unificación del Frente Amplio es más que la suma de las partes, es la integración de prácticas y culturas políticas en cuya diversidad, está su gran riqueza.
El principal propósito de la unidad es fortalecer el impulso por las transformaciones más urgentes demandadas por las personas, entregando seguridades en diferentes dimensiones de la vida. Es por eso que nuestra acción política debe estar orientada a alcanzar acuerdos para avanzar, por ejemplo, en seguridad social, a través de una reforma que permita que aumenten las pensiones, o en equidad tributaria con un pacto fiscal que mejore los niveles de recaudación y control tributario, que avance en la progresividad del sistema y que permita financiar los planes y programas destinados a mejorar la calidad de vida de los habitantes de todo el territorio. Y, por cierto, enfrentar los desafíos del siglo XXI con políticas públicas robustas e innovadoras como la creación del Sistema Nacional de Apoyos y Cuidados, el cual instalará el cuarto pilar de la protección social y, al mismo tiempo, permitirá iniciar la senda de transformación cultural para la corresponsabilidad social y de género.
Todo esto toma aún más fuerza con el gobierno de la coalición gobernante a la cual pertenece el Frente Amplio, liderado por el Presidente Gabriel Boric, el cual ha sido determinante en avanzar en un camino de recuperación económica y desarrollo sostenible, generando expectativas y esperanzas de que se pueden hacer cambios en la dirección de construir una sociedad justa. En este camino, el gobierno no se pierde, y no ha escatimado en esfuerzos para enfrentar a quienes protegen intereses individuales en desmedro de lo colectivo, retrasando reformas fundamentales para mejorar las condiciones de vida del pueblo de Chile.
Ponemos en el centro de nuestro quehacer las necesidades del pueblo de Chile y es por ello, que en los primeros años de gobierno, de manera seria y responsable impulsamos políticas que permitieron estabilizar la economía, luego de graves desequilibrios generados en la pandemia. Ante este escenario, muchos auguraron lo peor en materia económica y eso no ocurrió. Se logró contener la inflación -que no es otra cosa que el alza del costo de la vida-, también se han mejorado las perspectivas de crecimiento económico y se ha recuperado el empleo. Y esta recuperación no se logró con inmovilismo, sino que con políticas macroeconómicas acompañadas de cambios concretos en favor de los trabajadores y trabajadoras. Así, la recuperación económica no se da pese a la reducción de la jornada laboral, del aumento significativo del salario mínimo o del royalty minero, como plantea la derecha, sino que ocurre justamente gracias a estas políticas, ya que ellas responden a las necesidades ciudadanas, permiten que el crecimiento beneficie a la mayoría y fortalecen así a las instituciones políticas.
Creemos que este es el camino a seguir, para proyectar un crecimiento sostenido que contribuya a mejorar las condiciones de vida de las y los chilenos. La mantención del status quo es la mayor amenaza al crecimiento económico, porque atenta contra el respeto y la confianza de la ciudadanía en las instituciones democráticas. Así, en un momento en que la economía repunta, la política debe llegar a acuerdos para que las cifras macroeconómicas se reflejen en mejoras concretas para las personas.
Si las instituciones políticas no son capaces de mejorar las míseras pensiones de los adultos mayores, de lograr que los grandes capitales no sigan eludiendo y evadiendo impuestos mientras faltan recursos para terminar con las listas de espera en salud, para mejorar la educación pública en todos sus niveles, para fortalecer el control y prevención del delito, entre tantas otras necesidades y de -en síntesis- demostrar que la política está al servicio del pueblo, respondiendo a sus necesidades y anhelos, se profundizará una crisis institucional que quedó manifiesta en 2019 y que aún no ha sido resuelta. Sin instituciones democráticas fuertes, no será posible proyectar un desarrollo económico de largo plazo.
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