Cerrado el año 2024, cuyo devenir político y social fue intenso y donde hemos visto cómo la derecha junto a las fuerzas conservadoras están apelando a una estrategia de choque, obstrucción en contra de los derechos y demandas del pueblo; la gestión política del Gobierno no se ha podido enrielar para generar las condiciones que le permitan avanzar en la concreción de su programa y aparece cediendo terreno ante la posición de la derecha.
En paralelo, la organización sindical, a través de la CUT, ha vuelto a tomar relevancia en el debate público. Las definiciones del XIII Congreso de nuestra central establecieron una ruta de acción que se tradujo en masivas movilizaciones el 11 de abril y el 1 de mayo; como forma de ejercer presión política en la negociación del salario mínimo, el que no solo abarcó la cifra sino que apuntó a avanzar en garantizar condiciones salariales decentes a través de la creación del observatorio salarial, cuidar las condiciones de vida a través del control de precio de la parafina, además de instalar en la opinión pública y en debate nacional el salario mínimo vital y la urgente necesidad de fortalecer la Dirección del Trabajo, lo que se tradujo en el presupuesto 2025 que aumenta la dotación de fiscalizadores.
La organización sindical ha vuelto a tomar una posición protagónica en la defensa y promoción de los derechos de las y los trabajadores.
Hoy cuesta mucho llegar a fin de mes, por lo que la principal preocupación de las autoridades debe ser como se protege la vida de las personas, de millones de hogares. De lo contrario sólo se abonará el camino a los planes de la ultraderecha anti trabajadores.
Debemos hacer hincapié que sumado a la gestión del gobierno debemos apuntar al espíritu de obstrucción de la derecha que impide el avance de proyectos fundamentales como la reforma tributaria y pensiones. Es a esta derecha a la que debemos enfrentar como movimiento sindical en una de las luchas más importantes: la discusión legislativa de la negociación ramal, que puede ser uno de los desafíos más importantes en los últimos 50 años. El otro debe ser el avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo, que garantice condiciones dignas de vida.
Para ello debemos actuar en bloque, quebrar la estrategia de atomizar al movimiento sindical: Según cifras de la DT hoy existen 11.550 sindicatos, 425 federaciones y 50 confederaciones. Este escenario solo beneficia a la derecha, a los empresarios, a la CPC y a los grupos económicos.
En la medida que el movimiento sindical no se disponga a actuar en unidad de propósito, no establezca una estrategia común y no ponga el interés colectivo por delante, serán los mismos de siempre quienes obtendrán una nueva victoria. Debemos defender la organización sindical y entenderla como una herramienta de lucha de las y los trabajadores, no como una propiedad del dirigente. Tenemos que apuntar al fortalecimiento del movimiento sindical.
Estamos invitados al desafío de fortalecer a Chile, de impulsar un proyecto político social donde las y los trabajadores vayamos en primera línea y que se convierta en un bloque que no responda a intereses particulares, sino que al interés colectivo de tener una mejor vida.
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