Heroísmo y decoro de los empleados públicos

La palabra heroísmo rara vez se relaciona con los empleados públicos, a quienes usualmente se asocia a burocracia y poca eficiencia. Para que decir si se trata de diplomáticos, cuya función para la mayoría se limita a ir a cocktails y protocolo -relaciones públicas-. Incluso, durante la Guerra Fría, a muchos se les acusó de espías, en especial si eran estadounidenses y/o soviéticos.

Pero la intención de esta columna es destacar a hombres públicos, cuyo actuar deber enorgullecernos, y cuyo norte fue, parafraseando a Kennedy, "no preguntarse qué puede hacer mi país por mí, sino que puedo hacer yo por mi país".

En la carrera diplomática tenemos dos ejemplos notables. El primer caso es el de Samuel del Campo, diplomático chileno destinado en Rumania durante la Segunda Guerra Mundial. Su labor fue ignorada durante décadas y gracias a la investigación histórica del ministro consejero Jorge Schindler, se descubrió y valoró, un comportamiento excepcional. Cabe recordar que Del Campo otorgó visas chilenas a 1.200 judíos en pleno conflicto, exponiéndose frente a las autoridades rumanas y alemanas de ocupación. Por esas y otras acciones, el Estado de Israel lo reconoció como "Justo entre las Naciones".

El segundo héroe anónimo chileno y muy poco conocido es Carlos Morla Lynch, quien fue el encargado de negocios a.i. de Chile ante el gobierno de España durante la Guerra Civil de dicho país (1936-1939). Con su defensa del derecho de asilo, salvó la vida a casi 2.000 españoles partidarios de Franco o acusados de ser "de las derechas". Con posterioridad, luego de la caída de Madrid, 28 de marzo de 1939, el mismo Morla Lynch otorgará asilo en nuestra Embajada a un grupo de españoles del bando derrotado: republicanos u opositores al levantamiento del general Franco.

Por razones de espacio, me limito a estos dos casos en el ámbito diplomático, pero quiero también mencionar a otros grandes servidores públicos, como lo fueron el presidente Aníbal Pinto (1876-1881), protagonista de la Guerra del Pacífico. Hace poco su bisnieta, Verónica Matte, me contó cómo debió dedicarse a realizar traducciones para balancear sus ingresos terminado su periodo o mandato presidencial. Otro gran servidor público fue el expresidente Jorge Alessandri (1958-1964), conocido en la calle o por la llamada y mentada señora Juanita, como el Paleta. Reconocida fue la inteligencia, honradez y sobriedad del exjefe de Estado.

Para mi padre, Gastón Devia (Q.E.P.D.), don Jorge Alessandri fue sin duda, uno de los mejores mandatarios que ha tenido nuestro país, por su visión de largo plazo y porque desde que ejerció su cargo, privilegió los intereses de Chile. Además, creía en la vinculación público-privada. Si ustedes se acercan a su estatua ubicada en la Plaza de la Constitución y leen su inspiradora placa, ésta dice algo como esto: "Se ingresa al servicio público para servir, No para obtener honores, ni menos, beneficios".

En el mes de la Patria, celebremos junto a la tricolor, entonemos nuestro himno nacional y cantemos nuestras tonadas de Arica a Magallanes. Viva Chile.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado