Hace algunos días nuevamente fuimos testigos de algo que ya se ha vuelto una constante en el tiempo: Una imagen del vino argentino "Terra Argéntea", la cual utiliza un mapa del siglo XIX para representar a Argentina como un país que se extiende al sur incluyendo por completo la isla de Tierra del Fuego. Esto no es nuevo, ya que en otras ocasiones han aparecido otras etiquetas de productos que no muestran la realidad.
Tal fue el caso de las galletas argentinas que incluían imágenes de Torres del Paine. Sin embargo, lo más preocupante es que aún existen mapas con una visión bioceánica de Argentina, que incorporan amplios espacios marítimos chilenos en la Región de Magallanes y la Antártica Chilena y, peor aún, una cuadrícula inexistente en la zona de Campos de Hielo Sur, área que continúa en discusión en la Comisión Mixta, que aparece perteneciente a Chile en el caso de nuestro país, pero en Argentina no.
¿Por qué ocurre esto? En geopolítica, diversos autores afirman que los mapas no son elementos fabricados inocentemente, sino que cumplen funciones e intereses en torno a cómo quieren verse los Estados ante los demás. Por lo mismo, se habla de representaciones.
Ejemplo de ello son los mapas Mercator, aquellos que vemos en todos los atlas de colegios, donde el centro se encuentra en Occidente, pero sobre todo en Europa. Basta que busquemos un poco en internet y nos daremos cuenta de que existen múltiples de otras variedades, que cambian el foco central de ubicación.
China, una muestra notoria de ello, coloca a su territorio en el centro del mundo, algo que responde a una larga tradición civilizacional y que también es una imagen que se busca consolidar en el presente y futuro, para mostrarse como potencia mundial.
En el caso de los mapas chilenos y argentinos, las diferencias contienen claramente un componente geopolítico, pues son representaciones de un mismo espacio, pero que se demarcan como propiedad en cada uno de los territorios. Debido a lo anterior, no debemos obviar estos "pequeños detalles" pues cumplen una función mayor: que es crear un discurso de pertenencia apoyado en imágenes, algo que es especialmente crítico en la zona austral-antártica, donde existen recursos naturales y competencia directa no solo de Chile y Argentina, sino que de otras potencias que están en ese sector, como la presencia británica en el Atlántico Sur y Antártica, la base naval conjunta de Estados Unidos y Argentina en Tierra del Fuego, y las antenas de China en Neuquén.
Nuevamente, estos "detalles" solo nos muestran que, en realidad, la competencia de los espacios australes-antárticos no es menor y, al contrario, cada vez está aumentando por las acciones que se han estado realizando, tanto de instalaciones como de representaciones. En conclusión, Chile debe proyectar su identidad austral- antártica en las zonas de discusión, precisamente porque existen más interesados que no están dudando en participar. Por ende, proyectos como las mejoras en el puerto de Punta Arenas o el Centro Antártico Internacional son vitales para el futuro nacional en ese sector del mundo.
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