En estos días hemos visto el ejemplo más descarnado de lo que no debe ser la prestación privada de servicios de salud.
En vez de apoyar y complementar al sector público con responsabilidad social, Clínica las Condes demanda al Estado por haber recibido personas graves durante la pandemia. En vez de estimular a una gestión con vocación ética y de servicio público, despide y sanciona a aquellos gestores que pusieron a la persona humana por delante del negocio.
En vez de cumplir celosamente con las directrices de la autoridad sanitaria, su máximo directivo en un acto, a juicio de muchos, de supremo egoísmo, abusa de poder y mal usa un bien público. No satisfecho con ello, se despide a aquellos profesionales que actúan con celo ético.
Qué lejos de los tiempos en que esa misma clínica, sin cálculo lucrativo, iniciaba junto al Hospital Doctor Luis Calvo Mackenna, el exitoso programa de trasplantes hepáticos en pediatría, que ya ha salvado la vida de centenares de niñas y niños. Imposible no solidarizar con las médicas y médicos que han sido despedidos o han renunciado a dicha clínica y con aquellos que aun permaneciendo dan una lucha cotidiana por mantener sus valores y su dignidad.
Estoy seguro de que los próximos tiempos y las decisiones que tome el país en materia constitucional y de políticas públicas harán que estas deleznables conductas ya no sean posibles.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado