Evitar una crisis mayor: asegurar ahora el futuro del Hospital Metropolitano

El sistema público de salud a nivel país vive una crisis que se agudiza y se muestra en mayor magnitud día a día en la Región Metropolitana: falta de camas, listas de espera eternas, carencia de pabellones quirúrgicos activos y una sobrecarga insoportable para las y los trabajadores de la salud. En este contexto, el Hospital Metropolitano ha sido un alivio fundamental, pues atiende pacientes de alta complejidad, tratamientos oncológicos y cerebrovasculares, nutrición enteral por Ley Ricarte Soto, además de hospitalizaciones críticas. Sin embargo, hoy este recinto está en riesgo de desaparecer, porque el comodato firmado con el Ejército para su funcionamiento vence el 1 de enero de 2027 y no tiene posibilidad legal de ser prorrogado.

Lo que está en juego no es menor: se trata de 192 camas que ayudan a descomprimir la red, de 18 pabellones quirúrgicos que hoy están cerrados por falta de certezas, y de más de 1.200 trabajadoras y trabajadores que viven en la incertidumbre laboral. A ellos se les exige día a día enfrentar la crisis hospitalaria con compromiso y profesionalismo, pero sin tener garantías de continuidad, con el peso emocional que eso significa para sus familias y comunidades.

En diferentes espacios hemos sido claros en señalar que el país no puede permitirse perder este hospital. No es solo un edificio, es un servicio de salud que salva vidas, que sostiene la atención de miles de pacientes y que demuestra lo que ocurre cuando la voluntad política se subordina a la burocracia y a los intereses particulares. El Ministerio de Defensa debe traspasar definitivamente este recinto al Ministerio de Salud, y el Gobierno tiene que asegurar la inversión y los recursos necesarios para poner en funcionamiento todos sus pabellones, fortalecer su capacidad resolutiva y dar estabilidad a quienes allí trabajan.

A la amenaza de cierre se suma la preocupación por el trazado de la futura Línea 8 del Metro, que considera la instalación de una estación en terrenos que hoy cumplen funciones sanitarias críticas, incluyendo la central del SAMU. No se puede planificar infraestructura urbana a costa de debilitar la red hospitalaria ni de desconocer que este recinto es además un sitio de memoria histórica. La modernización de la ciudad no puede significar un retroceso en derechos sociales ni un golpe a la salud pública.

Lo que exigimos es simple: decisiones claras y urgentes. La crisis hospitalaria de la Región Metropolitana no da espacio para ambigüedades. Perder el Hospital Metropolitano significaría retroceder en años de esfuerzo, saturar aún más los hospitales existentes y abandonar a las y los pacientes a su suerte.

Como Fenats Nacional volvemos a levantar la voz: el traspaso definitivo del Hospital Metropolitano al sistema público no es una opción, es una obligación ética y política. Las autoridades deben actuar con la misma urgencia con que nuestros equipos atienden a las y los pacientes. No se trata de un favor ni de un gesto, se trata de garantizar el derecho a la salud de miles de personas y de dar certezas a quienes cada día sostienen la vida en nuestros hospitales. Porque la salud no puede depender de plazos administrativos ni de comodatos militares: la salud es un derecho, y hoy ese derecho exige que el Hospital Metropolitano sea plenamente parte del sistema público.

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