Aires frescos se cuelan para la gestión en red de la provisión de servicios en el sector público de salud: se instala el Hospital Digital. Con la filosofía de que “todo caso es pertinente” abre sus puertas al público una iniciativa que irrumpe con pretensiones de contribuir a resolver los quiebres en la continuidad de cuidados que hoy se presentan frecuentemente en la modalidad de atención institucional de patologías no Ges en Fonasa, la que fluye por la red pública de servicios. Estos quiebres son los que se conocen como “tiempos o listas de espera” para interconsultas de especialidad - quiebre 1 - o para la resolución final de los problemas que ya han podido ser estudiados y diagnosticados - quiebre 2 -, que son la mayoría de las veces procedimientos quirúrgicos.
Así las cosas, se espera que después de un tiempo de operación una buena parte de la demanda por servicios no Ges de especialidad y quirúrgicos que cursen por esta vía virtual hayan sustituido a una parte de la demanda tradicional, impactando positivamente sobre la oportunidad en la entrega de servicios. El lema “todo caso es pertinente” promete un abordaje nuevo, libre de los prejuicios limitantes y de la desconfianza que subyacían a los quiebres de servicios que ya hemos descrito.
En la gradualidad de la implementación, esperamos que pronto se sumen al Hospital Digital todas las especialidades críticas, los Comités Oncológicos virtuales y otras iniciativas que se habían venido desarrollando previamente.
Habida cuenta de lo planteado, el Hospital Digital representa también una gran oportunidad para resolver los problemas en el marco de un problema país, que es nuestra “loca geografía”. Como sabemos desde niños, Chile es una larga y angosta faja de tierra que concentra poblaciones en la capital y en grandes urbes distantes entre sí y luego dispone al resto de la ciudadanía dispersa en poblados pequeños e igualmente distantes unos de otros y de las grandes urbes. La dispersión se agudiza por el norte, resultado del escenario desértico en que la población se distribuye y, por el sur, producto de accidentes geográficos de las más variadas formas, como golfos, fiordos, canales, etc.
De hecho, Chile tiene una carretera de tránsito bajo hacia el norte y hacia el sur tiene una carretera austral que en ocasiones no es más que una huella en el mar. Si usted sobrepone el mapa de Chile sobre Europa, descubrirá que éste se despliega desde Lisboa a Moscú.
Esta circunstancia geográfica resulta en inconvenientes de todo tipo para el desarrollo de las regiones, que explica tensiones de larga evolución donde el nivel central figura como un mezquino acaparador de recursos.
En el caso de los servicios de salud, ocurre que cierta capacidad resolutiva de problemas complejos es prácticamente imposible de instalar en regiones, por un lado por el esfuerzo económico a desplegar, pero esto podría resolverse con una política de subsidios estatales firme y plena de convicción pero, por otro, por los riesgos de someter a la población a procedimientos infrecuentes para un número pequeño de casos asociados a su baja incidencia, que harían preferible su desplazamiento a centros donde esos procedimientos sean de realización frecuente y más libres de riesgo, centros donde los especialistas prefieren ejercer su trabajo por razones de entrenamiento, mismas que explican su desinterés por ir a regiones.
En este último aspecto, una política orientada a compensar rentas de especialistas en regiones podría ser siempre insuficiente y sólo practicable en el escenario de renunciar al ejercicio de la especialidad por falta de training. Es decir, para efectos del interés regional tras la resolución de problemas de salud, tenemos un círculo vicioso, una verdadera paradoja.
Pero aquí es donde aparece el hospital digital, ahora como un modo de poner capacidad resolutiva en regiones apartadas sin una expresión física concreta, donde ya no importa esta última, sino sólo la posibilidad de resolver los problemas de salud de la comunidad.
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