Universalización de la APS y Estado Social y Democrático de Derechos

Nuestro sistema de salud es un reflejo más de las desigualdades persistentes en la sociedad chilena, impactando -incluso- la expectativa de vida de las personas que habitan en nuestro país. Así, tenemos que mientras un hombre en la comuna de Las Condes vive en promedio 83 años, mientras que en Renca sólo llega a los 75; y una mujer de Vitacura vive, en promedio, 7 años más que una de Renca.

Durante los últimos meses hemos conocido de importantes reformas al sistema de salud chileno. El reciente anuncio de la política de Copago Cero, que beneficiará a 51.645 renquinas y renquinos en los tramos C y D de Fonasa, que a partir de ahora tendrán gratuidad en todas sus atenciones en el sistema público de salud, y especialmente el anuncio de la "universalización de la atención primaria de salud (APS)", constituyen reformas de mayor envergadura, comparables con la creación del Plan Auge durante el gobierno del Presidente Ricardo Lagos.

Comenzar la construcción del Sistema Universal de Salud a partir de la universalización de la atención primaria es también reconocer a la APS, que será el primer punto de contacto para la atención y el eje articulador de la red asistencial, y deberá cumplir con atributos fundamentales como accesibilidad, continuidad, integralidad y coordinación.

Y este lugar estratégico no es antojadizo. La historia de la APS en Chile y la pandemia que hemos vivido desde marzo de 2020 corroboran el lugar estratégico de la APS en el sistema de salud actual y en el que queremos construir para el futuro. El mejor ejemplo de esto han sido los casi dos años y medio de pandemia.

Durante la emergencia sanitaria, las y los trabajadores de salud de la APS de Renca han atendido más de 108 mil casos de contagios y sospechas de Covid-19, han sido proactivos en impulsar medidas para controlar la propagación del virus, habilitando servicios remotos y domiciliarios como nunca antes lo habíamos hecho, y fueron pioneros en testeo, trazabilidad y aislamiento a través del Programa Centinela Renca. Al control de la pandemia, debemos sumar la campaña de vacunación masiva, una de las labores más intensas para la red APS durante poco más de un año. Los resultados son impactantes: desde el comienzo de la campaña de vacunación a la fecha, hemos distribuido más de 486.750 dosis de vacunas. Nuestra población comunal es de alrededor 162 mil personas.

La universalización de la APS no sólo apunta a tener un mejor estado de salud de las personas a través de una atención integral, continua y coordinada, sino que también tiene el potencial de impactar positivamente en el uso de los recursos públicos en la red completa, en la medida en que la salud preventiva y la vinculación comunitaria también estará radicada en la APS.

Durante años, miles de chilenos y chilenas han demandado -cada vez de manera más transversal- el reconocimiento de los que hasta hoy han sido servicios públicos, como derechos sociales. La educación, la seguridad social, los cuidados, la vivienda y la salud han sido una demanda presente en la discusión pública por ya casi 20 años, demandando su reconocimiento y garantía por parte de nuestra sociedad, discusión que se ha dado también en el proceso constituyente y que recoge el proyecto de nueva Constitución.

Es justamente en el reconocimiento de la salud como un derecho, que valoramos la universalización de la Atención Primaria como un gran esfuerzo democratizador, solidario e integrador para los aproximadamente dos millones de personas que están fuera del sistema Fonasa en la actualidad. Representa un paso decidido en esa dirección. Esta política no se limita a aumentar la cantidad de usuarios(as) de un servicio público, se trata del cambio de paradigma en curso, se trata del reconocimiento de los derechos sociales como derechos fundamentales (y ya no más como derechos de segunda categoría) y avanzar en la construcción del tan anhelado Estado Social de Derechos.

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