Condescendencia

En relación a los seminarios sobre la "Prevención del Delito", que últimamente se comienzan a escuchar, me parece pertinente precisar algunas orientaciones que no debemos desestimar.

Respecto a los tiempos que corren, el abordaje para el éxito de estos temas tan sensibles para la comunidad debe considerar aspectos que incluyan y potencien la decisión e iniciativa de quienes acompañamos en el proceso de recuperación de la delincuencia y consumo problemático de drogas y alcohol.

Así las cosas, cualquier programa que se ofrezca tiene que llevar implícito el provocar a nuestro usuario para que, desde su más profunda interioridad, le nazca un deseo de participar en la comunidad alejado de los ámbitos que frecuentaba. Este "provocar" también puede entenderse como un encantamiento de sí mismo que lo vinculará con su entorno de una manera armónica, sin violencia y colaborativa.

Los profesionales que abordan estos desafíos, principalmente, han de ser capaces de despertar el corazón de quienes están dispuestos a enfrentar un cambio radical para sus vidas. Cabe destacar, que en un reconciliado, eventualmente de volver a delinquir, su acto será muy distinto y la condescendencia con la víctima puede marcar la diferencia.

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