“Durante toda mi vida me he centrado en el hecho de que Jesús se define a sí mismo como “La Palabra”, Verbum, he tenido siempre un respeto enorme, un terror sagrado, por la palabra”, cita de Elena Bono, escritora italiana del siglo XX.
Me ha parecido pertinente iniciar esta reflexión con una cita de esta escritora que me ha de permitir hacer algunos comentarios, muy sencillamente, de lo que ha pasado con el Cristo Roto de la Gratitud Nacional.
Es a mi juicio la palabra, el Verbum lo que está en crisis, ya que se utiliza en muchas ocasiones con desdén, no se cumple lo que se promete, se niega con facilidad a conveniencia del momento. Se ha olvidado la honorabilidad de la palabra empeñada y lo que es peor se rechaza aquello de que “tu hablar sea sí o no”, como lo dice Jesucristo.
Esta crisis ha penetrado de forma muy profunda en todos los ambientes y en particular en el juvenil, en donde parece no existir una línea rectora, situación que conduce a realizar lo que me “venga en ganas”, pues no hay sanción ninguna ante la corrupción indiscriminada, la política del mercado de la mentira, desenfreno sin límites, ambiciones obsesivas y poderes violentos agresivos y perversos.
Ante este escenario recurrente y en absoluta oposición a lo hecho en la Gratitud Nacional, se podría quizás entender la barbarie cometida por los encapuchados, puesto que la barbarie social indiscriminada repercute en su fuero interno, generando actitudes semejantes.
Si le sumamos un segmento no menor de jóvenes en situación de soledad, con profundos dolores y sentimientos de abandono, padres ausentes o presentes sin diálogo con sus hijos, congelamiento de emociones y/o afectos e impulsos agresores, se puede comprender estas actitudes, que como un espejo, refleja una indiferencia pasmosa, egoísmo monstruoso y exclusión demencial de quienes tienen el privilegio de conducir y de cambiar los destinos aberrantes de este país.
Al final de todo los verdaderos Cristos Rotos, son estos jóvenes de rostro oculto, que no son capaces de exponer sus miserias y bajo la droga inhumana de la violencia, claman por atención y educación para vencer sus pobrezas espirituales y corporales.No olvidar que una de las tareas primordiales de la educación es al decir de Jean Paul Sartre, “lo que no es posible para el hombre es no elegir.
En el año de la misericordia se precisa aprender de Dios, no sólo tenerla para con los demás, sino con nosotros mismos, para ser capaces de mirar a los ojos, ofrecer nuestras manos y levantar una palabra de esperanza en contra de la desesperación.
Llamó la atención la casi nula presencia de autoridades y políticos en la misa de desagravio. ¿No será que esa ausencia es un mudo testigo de la indiferencia que existe frente a las pobrezas de toda índole? ¿O será que los líderes han caído en la mayor de las pobrezas morales y espirituales?
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