Se acerca un nuevo 15 de septiembre, un día que no podemos dejar pasar por alto. Hace ocho años, en esta misma fecha, fuimos testigos de un hito en la historia de nuestro gremio: el paro de controladores de tránsito aéreo. Un evento que dejó una marca profunda y duradera en nuestra lucha por condiciones laborales justas y medidas en favor de una navegación aérea segura para todos aquellos que confían sus vidas en nuestras manos cada vez que suben a una aeronave.
Mirar atrás hacia ese crucial momento no solo es una oda a la nostalgia, sino un recordatorio constante de la potencia que la unidad y la persistencia pueden generar. En medio de desafíos que parecían insuperables, demostramos que nuestra voluntad y cohesión podían derribar cualquier obstáculo. Ese movimiento no solo puso de manifiesto nuestra capacidad de movilización, sino también nuestra firme determinación en busca de soluciones urgentes y justas.
Sin embargo, es desafortunado que ocho años después todavía nos encontremos en la misma encrucijada. Seguimos luchando por condiciones laborales dignas y un reconocimiento apropiado de nuestra labor vital en la seguridad aérea. A pesar de todo lo vivido, seguimos enfrentando interlocutores que parecen no entender la gravedad de nuestras demandas, y es entonces cuando los recuerdos de hace 8 años vienen a nuestra memoria con más fuerza que nunca.
Y justamente la votación que realizamos el 28 y 29 de abril, reafirman este sentir que atraviesa a todos los controladores de tránsito aéreo de Chile. En esas fechas, nos manifestamos mayoritariamente a favor de movilizaciones en caso de que nuestras demandas no fueran atendidas. Fue una decisión meditada; un claro mensaje de que estamos dispuestos a tomar medidas si nuestras peticiones siguen siendo ignoradas. No anhelamos perturbar operaciones ni generar conflictos, pero tampoco permitiremos que sigan pasando por alto lo que estamos demandando, que no sólo tiene que ver con problemas laborales o profesionales, sino con temas que ponen en riesgo la seguridad de las personas que depositan su confianza en un sistema que tiene la obligación de velar por sus vidas.
En esta columna, he decidido alzar mi voz y expresar el malestar de nuestro gremio, como una sola fuerza como la que emanó cuando actuamos en conjunto y mantuvimos nuestra determinación. El paso del tiempo no ha erosionado nuestra cohesión y aquel 15 de septiembre de 2015 es un faro que nos recuerda como esa fuerza nos hace uno y nos representa para seguir velando no solo por nuestro bienestar, sino también por la seguridad de la aviación, de los chilenos y la integridad de nuestra profesión. La unidad es nuestra fortaleza, y la persistencia es nuestra aliada en esta lucha continua.
Permaneceremos alertas y firmes, porque lo que decidimos en abril sigue siendo relevante. Nuestra capacidad para movilizarnos y actuar sigue latente, preparada para ser activada si es necesario. Seguiremos adelante, confiando en nuestra causa y en el poder inquebrantable de la unidad.
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