Carabineros de Chile realizó un balance de las cifras de siniestros viales que se registraron durante las últimas semanas estivales a lo largo del país. Los números son preocupantes en lo que va de 2022: 178 personas murieron en siniestros de tránsito y 4.700 personas resultaron lesionadas. Esto evidencia un aumento de 10% en siniestros viales, 11% en lesionados y 56% en fallecidos, respecto a años anteriores.
Las principales causas de la siniestralidad vial en Chile son conducir no atento a las condiciones del tránsito, ir a exceso de velocidad, conducir bajo la influencia del alcohol o drogas, además de no respetar las señales del tránsito. En general, no son infracciones relacionadas a la falta de conocimientos o de habilidades, sino más bien el 90% se relaciona a comportamientos inadecuados. Entonces cabe preguntar ¿cómo disminuimos estas cifras? ¿Cómo logramos la visión cero que suscribimos como país donde nos comprometimos a reducir en 30% los fallecidos al 2030?
Una forma de reducir estas cifras es lograr comprender los diversos elementos que influyen en el proceso de toma de decisiones de los conductores. La movilidad segura basada en comportamientos es un modelo que explica las conductas de riesgo y la relación con las conductas infractoras evidenciando así objetivamente la problemática que generan los siniestros viales en las personas y sociedad.
La educación vial, entendida como diversas intervenciones formativas, no sólo debe basarse en charlas o conferencias, ni tampoco en la elaboración únicamente de folletos o afiches. Estas intervenciones no pueden exclusivamente dedicarse a entregar información y obviar las diversas estrategias que detectan los principales problemas que propician los comportamientos de riesgos y las posteriores infracciones a las normas viales.
El trabajo, entonces, es comprender cómo se debe enfocar la educación vial y cuál debe ser su objetivo final que busca minimizar los comportamientos inseguros, evidenciando el riesgo en las personas, comprendiendo las posibles causas y sus consecuencias que ocasionan una toma de decisión inadecuada. Sólo así se podrán reducir las cifras de violencia vial en nuestro país.
Lo más desafiante en las sociedades es lograr cambios de conductas en las personas y que dichas modificaciones se mantengan en el tiempo. Por esto la movilidad segura debe ser entendida y abordada como un problema de salud pública, con mirada poblacional evidenciando los factores de riesgo y haciéndose cargo de los determinantes sociales estructurales e intermedios que generan pérdida de salud a causa de la violencia vial.
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