Si una mujer lleva escote o mini falda, se expone a miradas incómodas y muchas veces lascivas y si de por medio hay un agarrón, viene el terrible comentario machista “se lo buscó”. Esto es acoso, acoso sexual que sigue siendo una realidad en los lugares de trabajo y que afecta a las mujeres vulnerando sus derechos, y mermando sus posibilidades de desarrollo, lo que derechamente constituye una situación de violencia y un factor de discriminación.
Es inconcebible que las mujeres que denuncian este tipo de hostigamiento, deban enfrentar una doble victimización, porque al acoso se suma el abandono y cuestionamiento por parte de sus pares que muchas veces siembran un manto de duda en torno a los hechos, la falta de solidaridad y las dificultades probatorias en los sumarios y/o investigaciones, que requiere de testigos que suelen escasear por el temor a represalias o despidos. Es más, en muchos casos las denunciantes son consideradas conflictivas y un problema para la organización.
De acuerdo a estudios de la Dirección del Trabajo, cerca del 40% de los casos analizados terminan con las afectadas con apoyo psiquiátrico, mientras que el 70% finalmente renuncia a su trabajo. Esto hace urgente que la legislación establezca medidas de protección para la persona que está siendo acosada en el trabajo.
Si bien la Ley 20.005, que incluye modificaciones al código del trabajo y tipifica y sanciona el acoso sexual en el trabajo, representa un importante avance, no ha evitado que estos casos se sigan dando en los ambientes laborales, donde muchas veces las víctimas quedan expuestas a un ambiente hostil, situación que se ve agravada porque las penas impuestas a los responsables son bajas y en la mayoría de los casos se reducen a amonestaciones o suspensiones temporales del ejercicio del cargo.
El acoso sexual en el trabajo cristaliza la discriminación de género, porque en su proceso de incorporación al mercado laboral, las mujeres se han ido empleando en trabajos precarios, en donde se manifiesta la desigualdad salarial y social. Según la Dirección del Trabajo, los sectores en los que se presenta una mayor concentración de acoso sexual son el comercio, paking, industria alimenticia, empresas de aseo y seguridad. En el ámbito público, en tanto, la ANEF señala que esta forma de violencia contra la mujer se evidencia con mayor frecuencia en los sectores educación y salud.
El 98% de los acosos afecta a mujeres. Esta cifra nos obliga a tomar conciencia como sociedad en torno a que el acoso sexual, en todas sus expresiones, es una forma de violencia, una vulneración a los derechos humanos que atenta contra la dignidad de las personas. Frente a esta realidad nuestra tarea desde PRODEMU es educar y empoderar a las mujeres, porque el empoderamiento es el motor de la prevención. Es fundamental que las mujeres tengan la capacidad de detectar y frenar conductas de carácter sexual no consentidas, que muchas veces se manifiestan en forma solapada.
A los avances en materia de Buenas Prácticas es fundamental sumar otros factores: más información, más acompañamiento y más trabajo colectivo. Son las propias mujeres las llamadas a exigir, por ejemplo, que este tema esté presente y sea prioritario en instancias como las negociaciones colectivas. Los sindicatos tienen en esto un rol fundamental y un desafío que no deben invisibilizar, pues estamos al debe en la defensa de las mujeres trabajadoras.
Terminar estas conductas, asociadas a la preeminencia patriarcal de ciertas empresas o fuentes de trabajo, es una tarea que nos involucra a todos/as. No podemos permitir que la indiferencia, reflejo del individualismo que caracteriza a nuestra sociedad, oculte estas prácticas que terminan favoreciendo al acosador.
“Esto llega hasta aquí”, esa es la consigna y la bandera de lucha que es necesario permear en nuestra sociedad, en las nuevas generaciones. Erradicar el acoso sexual en el trabajo implica denunciar a tiempo y, aunque sea difícil, buscar apoyo y seguir hasta el final con los sumarios y procesos administrativos y/o judiciales que correspondan.
Las trabajadoras de nuestro país merecen decir en un futuro cercano, “¿te acuerdas cuando se acosaba sexualmente a las mujeres en el trabajo?” Pasado, debe necesariamente convertirse en pasado.
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