En el marco del Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto (designado por la ONU el 27 de enero), nos encontramos frente a una oportunidad crucial para reflexionar sobre los horrores del pasado y, lamentablemente, para reconocer la persistencia del antisemitismo en nuestra sociedad contemporánea. Como presidenta de la Comunidad Judía de Chile, siento la necesidad de compartir algunas reflexiones sobre este tema que nos afecta a todos como sociedad.
El Holocausto fue un capítulo oscuro de la historia humana que no debe ser olvidado. Por ello, este Día Internacional permite que recordemos y honremos a los 15 millones de hombres, mujeres, ancianos, jóvenes y niños asesinados por el Régimen Nazi. Fueron 6 millones de judíos masacrados, además de romaníes, personas con discapacidad, homosexuales, prisioneros de guerra y disidentes políticos, entre otros.
Hay que recordar que años antes, en 1938, durante la Conferencia de Evian, convocada por el Presidente Roosevelt, en la que participaron 32 países, Hitler comentó que, si dichas naciones estaban dispuestas a recibir judíos, él permitiría salir a esos "criminales". Si cada uno de dichos países hubiese aceptado a sólo 17.000 judíos, todos los que vivían en Alemania y Austria se habrían salvado.
Pero no ocurrió: la indiferencia llevó a dos tercios de la población judía de Europa a los Campos de Concentración, las cámaras de gas y los crematorios.
80 años después hemos descubierto que el antisemitismo no ha desaparecido, estaba latente y presenta un preocupante resurgimiento a nivel mundial a raíz de la guerra iniciada por el ataque de Hamás a Israel hace 3 meses, lo que corrobora los datos de la Universidad de Tel Aviv que muestran que este fenómeno aumenta cuando se agudiza el conflicto palestino israelí.
Así las cosas, es tristemente necesario citar al Premio Nobel de la Paz, escritor y sobreviviente del Holocausto, Elie Wiesel, quien dijo: "Auschwitz mató a los judíos, pero no mató el odio a los judíos".
Hemos visto brutales expresiones antisemitas en todo el mundo, en todos los ámbitos, desde las calles, pasando por los medios de comunicación, los gobiernos y los campuses universitarios de elite. Se han revivido los prejuicios y mitos tradicionales de este odio, el más antiguo del mundo.
Chile no es inmune a esta tendencia. Los judíos hemos sufrido agresiones, amenazas y nuestras sinagogas han sido vandalizadas. Duele el antisemitismo en Chile, la indiferencia del gobierno y de algunos segmentos de la sociedad, especialmente porque la historia nos ha enseñado que a las agresiones de este tipo le siguen las corporales, y a las agresiones a los judíos, les siguen los ataques a otros colectivos.
Rememorando la tradición dialogante de nuestro país, es imprescindible que en nuestra sociedad luchemos contra la naturalización del odio y sus manifestaciones violentas.
Necesitamos estar alerta y resistir cualquier expresión de intolerancia. En esta tarea, la educación desempeña un papel crucial. Es fundamental promover el conocimiento y la comprensión de la historia del Holocausto para cultivar valores de respeto y tolerancia en las generaciones futuras.
La actitud de las autoridades y la sociedad es igualmente importante. Éstas deben condenar inequívocamente cualquier forma de discriminación y violencia basada en la religión, la etnia, el género, la nacionalidad, las minorías sexuales y el origen, entre otros.
La legislación es otro factor relevante. Muchos países han avanzado en la condena a los discursos de odio y la discriminación, incluso con especificidades como antisemitismo, islamofobia y homofobia, entre otras, lo que ciertamente contribuye a cautelar la integridad de todos quienes conforman una sociedad. Chile se encuentra al debe en esta necesidad de herramientas que prevengan y sancionen la violencia por odio.
El Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto es una invitación a rendir homenaje a las víctimas, así como a comprometernos a prevenir que semejantes atrocidades se repitan en el futuro.
Les pido hacer una pausa para recordar, aprender y comprometernos a construir un futuro donde la diversidad sea celebrada, y el antisemitismo, así como cualquier forma de odio, sean repudiados de manera unánime e inmediata.
Hoy vivimos un lamentable aumento de este flagelo, pero la memoria del Holocausto debe ser un recordatorio de las consecuencias devastadoras de la discriminación y la intolerancia, y una invitación a que juntos, construyamos un futuro de respeto, inclusión y paz.
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