Gasto del FNDR y el avance de la Regionalización

El gasto efectivo del Fondo Nacional de Desarrollo Regional en casi todas las regiones ha sido muy bajo, tal como explicó el subsecretario de Desarrollo Regional, Miguel Flores, el gasto devengado del Fondo a Noviembre llegó al 78.3%; no se entregó información sobre el gasto efectivamente ejecutado.

El presupuesto para el año 2011 alcanza cerca de US$ 1.450 millones, al tipo de cambio promedio del año, y será de US$ 1.800 el 2012, en la misma moneda.

Es decir, son recursos importantes, que han crecido significativamente, año a año, y representan una de las políticas más importantes para avanzar en la descentralización del país, ya que el próximo año un 65% de los proyectos financiados con cargo al FNDR serán de decisión regional, responsabilidad de los gobiernos regionales.

Un tipo de programa que llama la atención, por los problemas sociales existentes y también por una gestión en muchos casos deficiente, es aquel que debe asignarse a las municipalidades; los programas de mejoramiento urbano, desarrollo de ciudades, mejoramiento de la gestión municipal, entre otros, deberían ser relevantes y tener más proyectos que recursos: si sobra plata, algo raro sucede.

El Subsecretario ha explicado que se superaría el 97% de gasto devengado, considerando diciembre, lo que estaría algo por encima de lo utilizado desde el 2005.

No parece fácil lograr esa meta, salvo que existan contratos por más de US$ 280 millones en este mes. Por otra parte, la diferencia con la ejecución será fuerte, porque esos contratos tendrían que ser proyectos de inversión fiscal o municipal, que terminarían de hacerse el 2012.

Las diferencias entre regiones son muy notables. Atacama es la de menor ejecución con un 55.4% sobre el total asignado, Magallanes con un 62.9%, Tarapacá con un 63.9%.

Algo pasa en las regiones del Norte chileno con la excepción de Antofagasta, las otras 3 regiones no superan el 70% de gasto del FNDR.

También merecen especial atención las Regiones del Maule y de la Araucanía, que son las que presentan mayores índices de pobreza y ruralidad en el país, ya que han gastado a noviembre menos del 75% de lo disponible. Al parecer, curiosamente, han sobrado recursos donde más se necesitan. ¿Es efectivamente así?

Existe un verdadero clamor en las regiones del país por una mayor autonomía respecto al “centro”, que es Santiago, sede del gobierno y de las casas matrices de empresas, aunque éstas tengan sus actividades productivas en otras zonas del país; se postula que es el escenario de las decisiones de proyectos y programas, que no se adaptan a las realidades locales; especie de lugar de peregrinación al que deben asistir, frecuentemente, autoridades regionales y locales, empresarios, dirigentes gremiales, entre otros, para poder desarrollar sus programas.

Uno de los instrumentos que, se supone, ayuda a una descentralización más efectiva, es el Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR) que se asigna anualmente a cada región, y que ha crecido sistemáticamente desde su creación.

Frente a la tan baja ejecución del presupuesto del FNDR 2011, lógicamente aparece un conjunto de interrogantes. Como en casi todas las cosas, los problemas complejos no tienen una respuesta simple, ya que son multicausales, pero eso no inhibe la necesidad de ahondar en las razones del fenómeno, que no parece, a primera vista, razonable ni esperado.

Se ha argumentado que una de las principales causas de la sub ejecución del fondo sería el importante incremento de recursos. Esa argumentación es, al menos, sorprendente.

El alegato de todas las regiones ha sido, en forma consistente y sostenida, por más recursos; por mayores posibilidades de definir sus proyectos de desarrollo social, cultural y económico; por una mayor autonomía respecto al poder central para aprobar el uso de recursos para esos proyectos, los suyos, los que surgen de las necesidades definidas localmente y no desde un escritorio en Santiago; ya sea un servicio público, un ministerio sectorial o la Dirección de Presupuestos del Ministerio de Hacienda.

Al mirar las cifras un escéptico podría decir que, cuando existen esos recursos, no existe capacidad de gasto, lo que es paradojal e incomprensible, en una primera mirada.

Si no se gastan los recursos, alguien está haciendo mal su trabajo, ya sea a nivel regional o, podría ocurrir, a nivel central.

Para gastar es necesario tener proyectos que presentar; luego, una causa es una falta de capacidad para generar proyectos, junto a una falta de expedición en los CORES para aprobarlos, además de una ejecución más lenta por errores de programación o diseño de los proyectos.

Los Consejos Regionales tienen una composición muy sesgada a los intereses locales, subregionales, y está cruzada por arreglos entre autoridades, parlamentarios y otros grupos, que a esta altura de su funcionamiento, parece un mal diseño para aplicar políticas públicas a nivel local.

Es una buena noticia que se puedan elegir directamente los miembros de los Cores.Sin embargo igual podrían permanecer los incentivos para aprobar proyectos que mantienen equilibrios intra regionales, que no necesariamente son los más relevantes, y no sirven para impulsar iniciativas de impacto mediato. Esas son razones endógenas, propias de cada región, que difícilmente pueden imputarse a la hipertrofia de Santiago.

Sin embargo, existe un conjunto de restricciones fuera de los gobiernos regionales que también, aunque sea en parte, pueden explicar ese gasto regional tan menguado. Los proyectos regionales deben ejecutarse de acuerdo con las posibilidades de caja y los desembolsos que va entregando la Dipres a las distintas instituciones.

Si la política del ministerio de Hacienda es apretar la mano y tener un desembolso menor al presupuestado, entonces entrega los recursos más lentamente, a un ritmo menor al originalmente planeado; esto debería también observarse en los programas de inversión pública fuera del FNDR.

Las cifras disponibles demuestran que eso ha ocurrido, pero en menor escala que la baja ejecución del FNDR, en casi todas las regiones.

Otra dificultad es que los proyectos inter instituciones son de muy difícil diseño, aprobación y ejecución; nuestro aparato público no está diseñado para eso, junto al hecho que las instituciones y servicios son muy reacios a plantearlos y más aún a ejecutarlos; desafortunadamente, las rigidices burocráticas y la mentalidad de parcelas separadas unas de otras se mantiene, como rasgo muy acendrado en la Administración Pública.

De todos modos, pareciera que existen problemas de capacidad para preparar, evaluar y ejecutar proyectos a nivel regional y local.

Esta constatación requiere que en cada caso se profundice sobre esa incapacidad, analizando los recursos humanos y financieros que faltan, para disponer de más y mejores proyectos que beneficien a las regiones.

Un requerimiento imperioso es utilizar algunos recursos para disponer en regiones de profesionales y técnicos capaces de diseñar y elaborar buenos proyectos, con objetivos claros, indicadores de resultados que sean medibles, con una ejecución posible y evaluable.

Las personas en el gobierno central también son responsables, por carecer de una verdadera vocación descentralizadora, por comodidad, por temor a perder parcelitas de poder o por malas evaluaciones del impacto de proyectos surgidos en regiones.

Si creemos en el desarrollo regional desde las regiones, no puede seguir sólo indicándose al centralismo como el motivo principal de no tener políticas públicas pro regionalización.

Las políticas se expresan en programas y proyectos que necesitan recursos para llevarse a cabo, como diría Perogrullo; por lo que si se tienen recursos y no se gastan, algo grave ocurre, algo que puede poner en tela de juicio el futuro crecimiento del FNDR, lo que sería muy lamentable.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado