Llegó la hora

Ya pasó la elección de consejeros constitucionales y, sin obviar la enorme relevancia de la labor que tienen por delante, llegó la hora de que, en paralelo, como país y de una vez por todas nos hagamos cargo de una realidad poco auspiciosa para la ciudadanía, incluyendo a los emprendedores.

Si bien la economía cayó menos de lo esperado durante el primer trimestre de este año y la inflación ha dado mejores señales, todavía queda mucho por hacer, ya que la inversión se redujo en 2,1% y el desempleo llegó al 8,7%. Es más, en este período se produjeron 115.119 despidos por necesidades de la empresa, 22% más que entre enero y marzo 2022, siendo este último mes el más complejo, al constatar la mayor destrucción de puestos de trabajo desde mayo de 2020, cuando la pandemia causaba estragos en todo el mundo.

Entonces, considerando lo anterior y que las micro, pequeñas y medianas empresas representan más del 90% del total de sociedades y que emplean al menos a la mitad de la masa laboral en Chile, cabe preguntarse ¿iniciativas como la ley de las 40 horas o el proyecto de salario mínimo actualmente en discusión son una ayuda? Obviamente no.

Se trata, de hecho, de aumentos de costos no menores que, independiente de los paliativos que otorgue temporalmente la autoridad, significarán una carga importante, especialmente para las empresas de menor tamaño, para las que la única opción para mitigar el problema es prescindir de recursos humanos, con las consecuencias sociales que eso significa.

En esta misma línea, la gran duda es si estas iniciativas realmente alcanzarán el objetivo esperado. Las grandes empresas generalmente pagan sobre el salario mínimo, pero como comenté en punto anterior, las pymes viven un escenario mucho más complejo. Por lo tanto, este tipo de medidas pueden llevar a la informalidad, y por lo tanto, a trabajos sin previsión social y a menos recaudación para el estado.

Y eso no es todo, porque ahora ni siquiera recurrir a un crédito se ve como una alternativa conveniente para soportar los embates de la economía y algunas decisiones políticas, ya que las tasas de interés correspondientes a los préstamos comerciales han superado el 16%, un nivel histórico para este índice y demasiado costoso si estamos pensando en financiamiento destinado a mantener operaciones y evitar destrucciones de puestos de trabajo.

El país, incluidas las micro, pequeñas y medianas empresas que con trabajo e ideas innovadoras crean valor, espera que de ahora en adelante las autoridades en quienes se ha depositado la confianza asuman el complejo escenario antes descrito y tomen decisiones que ayuden a mitigarlo y, por qué no, a revertirlo. Deben pensar en las pymes al diseñar políticas públicas, ya que apoyarlas es por lejos la mejor forma de evitar la concentración económica. Tienen una oportunidad histórica para ser parte de la solución y que a Chile vuelva la inversión, la creatividad y, con ello, la creación de empleos de calidad, que, al final, es la mejor política social de todas.

Llegó la hora...

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