Ya podemos cultivar arroz en el desierto: entendimos que la innovación no puede esperar

En un escenario de cambio climático acelerado, escasez hídrica y transformación de los sistemas agrícolas, el tiempo se vuelve un factor crítico. Ya no basta con mejorar cultivos: necesitamos hacerlo más rápido. En este contexto, una herramienta como el speed breeding, o "mejoramiento acelerado", emerge como una tecnología clave para anticiparnos a los desafíos que enfrentará la agricultura chilena en los próximos años.

El speed breeding consiste en acortar los ciclos reproductivos de las plantas, permitiendo obtener nuevas variedades en la mitad del tiempo que requieren los métodos tradicionales. Es una revolución silenciosa, pero potente: con ella podemos desarrollar cultivos más resistentes a la sequía, al calor o a nuevas enfermedades, y hacerlo con la urgencia que exige la crisis climática.

En INIA, esta técnica ya no es solo una promesa. Se está aplicando en uno de los territorios más extremos del país: la Región de Arica y Parinacota, donde estamos sembrando, por primera vez, una variedad de arroz adaptada a la escasez hídrica. Se trata del Jaspe FL INIA, un arroz que necesita hasta 50% menos de agua, de ciclo corto, y desarrollado en el marco del Programa de Mejoramiento Genético que impulsamos junto al Fondo Latinoamericano para Arroz de Riego (FLAR).

El ensayo en Pampa Concordia, liderado por el equipo del Centro Regional INIA Ururi, representa cómo el desarrollo científico puede surgir desde los bordes geográficos del país. En este caso, se está validando no solo una variedad adaptada al desierto, sino también un modelo de innovación agrícola que combina mejoramiento genético, biotecnología, eficiencia hídrica y extensión técnica.

Esta experiencia va mucho más allá de Arica. Nos muestra que es posible escalar soluciones desde zonas extremas hacia otras regiones, que también enfrentan una creciente presión hídrica. En ese sentido, el speed breeding no es una técnica de laboratorio aislada: es una herramienta estratégica para la seguridad alimentaria, para diversificar la producción y para enfrentar el nuevo clima con soluciones desarrolladas localmente.

La agricultura chilena necesita una ciencia que combine velocidad con pertinencia, que sea capaz de responder desde el territorio y de anticiparse al futuro. Apostar por el speed breeding es apostar por esa visión. Porque si hoy ya podemos cultivar arroz en el desierto, es porque entendimos que la innovación no puede esperar.

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