Durante mucho tiempo, hablar de Vinculación con el Medio (VcM) en la educación superior chilena fue casi sinónimo de extensión universitaria o de actividades aisladas de compromiso social. Hoy, el escenario es distinto. La Comisión Nacional de Acreditación (CNA) nos invita a mirar la VcM desde otro lugar: el de las trayectorias institucionales.
En su reciente estudio "Trayectorias de Vinculación con el Medio en Instituciones de Educación Superior Chilenas" (CNA, 2024), propone mirarla no como un requisito más de acreditación, sino como una trayectoria de aprendizaje institucional que refleja madurez, compromiso y sentido público.
Hablar de trayectorias implica reconocer que las instituciones, al igual que las personas, aprenden con el tiempo. Algunas están dando sus primeros pasos, con experiencias valiosas, pero todavía fragmentadas; otras ya han logrado integrar la vinculación con la docencia y la investigación, evaluando sus impactos y alineando su trabajo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En ese tránsito, lo importante no es solo el destino, sino el recorrido: cómo la institución evoluciona, madura y se compromete con su entorno.
El estudio de la CNA muestra que la VcM más sólida no es la que acumula convenios o proyectos, sino aquella que deja huella en los territorios y en las personas. La madurez se reconoce cuando la vinculación deja de ser una tarea administrativa, para transformarse en una forma de hacer educación, una manera concreta de asumir el rol público que tiene la formación superior.
En ese sentido, la Vinculación con el Medio se convierte en un espejo de la institución: refleja su identidad, sus prioridades y su capacidad de escuchar. Las trayectorias más inspiradoras son aquellas que entienden que la comunidad no es un beneficiario, sino un coformador, un socio que aporta conocimiento, experiencia y legitimidad. Metodologías como el Aprendizaje + Servicio (A+S) muestran que esta transformación es posible. Cuando los estudiantes aprenden resolviendo problemas reales junto a socios comunitarios, la vinculación deja de ser un discurso y se vuelve una experiencia significativa. Allí, la educación se vuelve recíproca: todos aprenden y se transforman.
Pero el estudio también nos recuerda que aún hay desafíos importantes. Faltan mecanismos más robustos para evaluar el impacto social de las acciones y traducir la vinculación en evidencia concreta. No basta con decir que estamos comprometidos; hay que poder demostrarlo. Y eso requiere gestión, evaluación y voluntad institucional. Repensar la Vinculación con el Medio desde la noción de trayectorias nos invita a pasar del cumplimiento al compromiso. Las instituciones no se acreditan solo por cumplir criterios, sino por demostrar que su quehacer tiene sentido y valor para la sociedad.
En tiempos en que la educación se mide por indicadores y resultados, la CNA nos recuerda algo esencial: la Vinculación con el Medio no se trata de hacer más, sino de hacer con sentido. Vincularse, en definitiva, es aprender a mirar la educación desde la comunidad, no solo desde la universidad.
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