El derecho a vivir en familia: Familias de Acogida

La Convención de los Derechos del Niño, aprobada el 20 de noviembre de 1989, establece como premisa básica que "todos los niños, niñas y adolescentes, tienen el derecho a vivir en familia", en un entorno protegido y tranquilo. Esta máxima se ve quebrantada cuando son vulnerados, ya sea por violencia física, psicológica, abandono o abusos.

Cuando esto ocurre, los tribunales determinan que deben ser separados de su medio familiar y se intenta que, antes de irse a una residencia del Servicio Mejor Niñez (ex Sename), sean derivados a algunas de las "Familias de Acogida Especializada" (FAE). Se trata, muchas veces, de parte de su familia extendida (tíos o abuelos) y, otras veces, personas desconocidas.

Una de las grandes preocupaciones ha sido cómo lograr que se genere un mejor vínculo con el niño o niña y la familia de acogida, además de apoyar el proceso de cuidado y afecto -sobre todo aquellos niños que están en sus primeros años de vida-, generando lazos virtuosos y apoyándolos en su desarrollo y bienestar socioemocional, que ya viene duramente marcado por su experiencia previa.

En ese contexto y conscientes de esta dura realidad nació una iniciativa público-privada entre Fundación Niños Primero, el Ministerio de Desarrollo Social y Familia, el Programa Chile Crece Contigo, Servicio Mejor Niñez y empresas privadas, para crear el primer programa que -por medio de la educación y acompañamiento personalizado- busca estrechar los lazos con sus familias de acogida para niños y niñas de entre los 2 y 5 años.

Nuestra primera experiencia comenzó en enero de este año, con 44 niños y niñas de la Región de Valparaíso.

Logramos mejorar el vínculo entre los adultos y niños participantes y avanzamos en su desarrollo cognitivo y socioemocional. Previo al desarrollo y luego de la intervención, se compararon diferentes parámetros y encontramos resultados auspiciosos en mejora de lenguaje y memoria auditiva, entre otros.

La positiva experiencia de comienzos de año, que duró cinco meses, nos permitió sumar 25 casos más al trabajo colaborativo. No obstante, y si pensamos que son más de 12.000 niños que están privados de estar en sus casas, nos queda un tremendo camino que recorrer, tanto en que existan Familias de Acogida como en darle una mejor habilitación a estas para que el proceso sea lo más positivo para el niño y la familia.

Por eso, destaco esta fórmula, donde la articulación de fuerzas del mundo público y privado salen a solucionar problemas de que otra manera seguirían allí. En este caso, el Estado si bien ha tenido la voluntad, no posee las capacidades para articular esta solución. De hecho, los recursos económicos esta vez vinieron 100% de empresas; la metodología y la aplicación fue realizada por una fundación sin fines de lucro -que funciona por donaciones de privados- y el Estado fue quien levantó el problema y apoyó en todo momento la ejecución. Todos juntos pudimos llegar donde estos niños y comenzar a cambiar su realidad.

Como mujer y líder de una fundación que desde el año 2016 ha trabajado y conoce la realidad de las familias más vulnerables del país, creo profundamente en el derecho de los niños a vivir en familia, tal como lo menciona la Convención. Las Familias de Acogida son una alternativa positiva y necesitan mucho apoyo, tanto en contención, educación de los niños y condiciones de habitabilidad de los hogares. De esta manera, vamos cimentando el camino para terminar poco a poco con la institucionalización de nuestros niños, niñas y adolescentes. El trabajo colaborativo es la clave para alcanzar resultados novedosos y que impacten en la sociedad. ¡Invito a todos a sumarse!

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