Menos niños en prekínder (y no por baja natalidad)

En Chile, cada vez menos niños están asistiendo a prekínder. Aunque se podría pensar que esto se debe simplemente a la baja natalidad, los datos muestran que el problema es más grave y estructural. Los niños están. Los cupos también. Pero las familias están dejando de matricularlos en prekinder y también en otros de los primeros niveles del sistema educativo. Aquí estamos hablando de cobertura, no de natalidad.

Un reciente análisis de la Fundación Familias Primero, basado en el Informe de Caracterización de la Educación Parvularia 2024 del Mineduc, confirma una tendencia crítica: entre 2023 y 2024, la cobertura en NT1 (prekínder) cayó 7,2%. La Encuesta Casen 2022 igualmente lo había alertado. Esto no es solo un tema de inasistencia, sino de ausencia completa. Miles de niños ni siquiera están ingresando al sistema, consolidando un retroceso en el acceso a la educación desde la primera infancia.

Desde 2019, la educación preescolar ha perdido más de 105 mil matrículas. Aunque la baja natalidad puede explicar parte de esta disminución, lo preocupante es que, aun con cupos disponibles, muchas familias simplemente no están matriculando a sus hijos. Según la Casen 2022, el 64% de quienes no lo hacen argumentan que los niños son cuidados en casa, y 20% considera que no es necesario que asistan a esa edad. Es decir, el 84% de las respuestas reflejan una baja valoración cultural hacia la educación inicial.

A esto se suman factores identificados por el estudio de Acción Educar (2024): dificultades de adaptación del niño, desempleo de las madres, roles de género tradicionales, redes informales de cuidado, horarios incompatibles con el trabajo, escasez de cupos cercanos y problemas de infraestructura.

El impacto de esta desconexión va más allá del desarrollo infantil. La baja cobertura en educación parvularia también limita la participación laboral femenina. Si una madre no tiene dónde dejar a su hijo pequeño, difícilmente podrá estudiar, trabajar o buscar empleo. Esta situación profundiza un ciclo de desigualdad que afecta no solo al niño, sino a toda la familia.

Desde Fundación Familias Primero consideramos que esta es una alerta roja. No se trata solo de recuperar matrículas, sino de impulsar un cambio cultural profundo que posicione la educación inicial como un derecho y una inversión estratégica para el país. Si no aseguramos ese primer paso, todo lo que viene después será cuesta arriba.

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