Los Cuerpos de Bomberos son una de las acciones de voluntariado más valoradas en el país. Todos confiamos en ellos y los distinguimos como una de las instituciones más reputadas de Chile. Son más de 50 mil personas dispuestas a dar la vida por nosotros sin recibir pago alguno por el tremendo trabajo que realizan, en el cual no dudan ni un segundo en rescatarnos frente a la adversidad, exponiéndose a todos los riesgos asociados a su labor.
¿Qué pasaría si algo parecido activamos en torno a la primera infancia? Un grupo de compatriotas articulado, dispuesto a ir más allá de las políticas públicas y aportes de la sociedad civil, que abogue porque cada niño de 0 a 5 años tenga acceso a educación, sea efectivamente llevado al jardín o colegio, tenga al día sus controles de salud, vacunas y no sea víctima de violencia de parte de adultos.
Es sabido los beneficios que hacer voluntariado genera para las personas que lo desarrollan. Desde aprendizaje de nuevas habilidades y capacidades, como también el orgullo de ejemplificar valores a sus hijos.
Cuando se trata de voluntariado corporativo -realizado como una actividad propuesta por el empleador- 61% incluso asumió un nuevo y mejor rol en su lugar de trabajo debido a la experiencia adquirida durante el voluntariado. Por el lado de las empresas, hay beneficios tangibles.
Según un estudio internacional de Gallup Consulting, la productividad en la organización aumenta 18% si hay un alto grado de participación en estas iniciativas. Mientras, según el estudio "VolunteerMatch y United Healthcare USA", 87% de los empleados voluntarios mejora su percepción sobre su compañía y 82% se siente más comprometido que quienes no participan en estas actividades.
Por esto es que en Fundación Niños Primero creamos el programa Huellas Poderosas. Un grupo de voluntarios de las empresas Caleta Bay y Kura Biotech que, de la mano de la fundación, están dispuestos a acompañar a los padres y niños preescolares en el proceso de aprendizaje y desarrollo socioemocional de sus hijos, conociendo a sus familias, comunidades y entorno. Esto, pues dentro de los primeros años de vida se logran las mayores conexiones neuronales, pero también se conforma la base emocional de los niños. Por ello, es necesario que estén en un ambiente seguro y acogedor.
Nuestros hijos volarán tan lejos como sus sueños se lo propongan, sólo si tienen al menos UN referente emocional que les propicie y entregue el colchón de afectos y seguridades que todos los seres humanos necesitamos para desarrollarnos de forma positiva a lo largo de la vida. Si como sociedad somos capaces de sumar a más "bomberos" a este gran propósito, estaremos dando un gran paso en pro de un mejor Chile.
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