El adiós de Merkel: una líder de carne y hueso

Salir a comunicar quién eres es una de las máximas en la construcción de una marca personal. De lo contrario otros comunicarán quién eres tú. Un riesgo no menor y que aplica en todo ámbito de la vida. Profesional, familiar, laboral y, especialmente, si eres una personalidad pública.

Pese a estar 16 años al frente de una de las mayores potencias europeas, ser reconocida en todo el mundo, y en medio de los innumerables análisis sobre lo que representa su figura, la saliente canciller alemana salió a comunicar por estos días quién es ella. Lo hizo a través de una entrevista exclusiva concedida a la cadena internacional alemana Deutsche Welle. Sería una de las últimas conversaciones con un medio de comunicación en el ejercicio de su cargo. La consistencia y coherencia en su mensaje motiva esta columna.

"El primer ministro de Luxemburgo dijo en la última cumbre de la Unión Europea que usted era una máquina de compromisos", le comentó el periodista Max Hofmann, recogiendo unos de los tantos halagos que recibió en la instancia multilateral, en la que marcó presencia 107 veces y donde fue despedida entre aplausos por sus pares. Merkel sonrió y contestó lo siguiente: "Me comentó (el primer ministro) que había dicho eso, sabiendo por supuesto que no soy una máquina, sino un ser humano como él".

Pese a lo tentador que puede sonar en nuestros tiempos (sobre todo para un político) que se le compare con una eficiente máquina que produce sin parar, Merkel rechazó el concepto. Las máquinas creadas por destacadas marcas alemanas han prestigiado a lo largo de la historia la imagen de su país. Pero la canciller evitó que otros, en este caso un primer ministro extranjero y un condescendiente periodista, definieran ligeramente quién es ella. Mucho menos a través de un concepto tan frío y que la aleja de su propuesta de valor. La primera mujer en dirigir los destinos de Alemania comunicó inmediatamente que es un ser humano, igual que todos los que pisan la tierra. Una clara definición personal que reforzó constantemente en el transcurso de la entrevista.

"Si dejamos de escucharnos, dejaremos de encontrar soluciones" fue la frase que acaparó titulares luego de la entrevista televisiva. Le preguntaban por las siempre complejas relaciones internacionales, pero ella puso el foco en la importancia de la escucha activa para alcanzar entendimientos, haciendo referencia a uno de los cinco sentidos. ¿Qué hará la señora Merkel tras dejar su cargo? fue otra interrogante. "Primero voy a descansar un poco. Leer y dormir", respondió sonriente. Nada más alejado de una máquina.

La idea de encerrarla en este encuadre continuó durante la entrevista. ¿Cómo cargaba las pilas? en medio de tantas responsabilidades, le preguntaron.

"Conocer tantas personas, tantas culturas diferentes, eso aporta energía", afirmó. Con su respuesta rechazaba la idea de que su capacidad (humana como sostiene) venía de una batería que se compra a cambio de dinero. El secreto de la fuerza de su liderazgo era en realidad el contacto con la gente de carne y hueso, tal como ella. La mejor parte vendría en los segundos finales cuando el periodista se tomó una licencia, que envuelta en nostalgia podría haberla complicado. "Si me permite un comentario personal. Después de 16 años resultará extraño ver a otra persona como canciller". Pese a su mirada complacida Merkel fue fiel a su mensaje comunicacional. "Se acostumbrará, muchas gracias", afirmó cerrando la entrevista.

Comunicar quién eres implica muchas veces contradecir a otros, pero no necesariamente de manera frontal. Soy un ser humano, me importa escuchar a los demás y mi energía viene de relacionarme con otros, fueron mensajes claves en la entrevista de Ángela Merkel. Una acción de comunicación aprovechada al máximo y no simplemente para despedirse. Y es que su imagen de marca coherente con su discurso se queda, su cargo como canciller finaliza tras 16 años.

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