El 22 de abril de 2022 el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, anunció que se había probado un misil balístico intercontinental, conocido como Sarmat, el que fue lanzado desde una región oriental del país, alcanzando 6.000 kilómetros de distancia. Aunque el portavoz del Pentágono, John Kirby, señaló que la prueba no constituía una amenaza para Estados Unidos y sus aliados, y que la potencia norteamericana había sido informada en virtud de los tratados vigentes entre Washington y Moscú, lo cierto es que se produce en momentos de alta tensión por la invasión rusa de Ucrania.
Según fuentes militares, esta arma puede alcanzar hasta 18.000 kilómetros, esto es tiene la capacidad de alcanzar prácticamente cualquier lugar del planeta. Como referencia, la distancia aérea entre Moscú y Washington DC es de 7.800 kilómetros, en tanto que entre Moscú y Santiago es de unos 14.000 kilómetros, con lo cual quedarían fácilmente al alcance de un proyectil de esta naturaleza. Además, el misil tiene la posibilidad de llevar al menos 10 ojivas, las que pueden incluir armamento convencional o bien químico, biológico o nuclear.
Anteriormente, en julio de 2021, la potencia euroasiática había probado otra poderosa arma: un misil hipersónico, con una velocidad de unos 8.500 kilómetros por hora, esto es nueve veces la velocidad del sonido. El misil, conocido como Zircon, puede alcanzar sus objetivos a una distancia de 350 kilómetros y adaptarse a barcos de guerra y submarinos.
En el contexto actual de la invasión rusa a Ucrania, hacia mediados de marzo de 2022, Putin admitió el lanzamiento de otro misil hipersónico, esta vez del denominado Kinzhal. Este misil, que viaja a una velocidad cinco veces mayor al sonido, fue lanzado en la zona de Konstantinovka, al sur de Ucrania, no pudiendo ser detectado por los sistemas de defensa ucranianos.
Sarmat, Zircon y Kinzhal son sinónimos de una creciente carrera armamentista que caracteriza a Rusia, a las otras potencias globales, y que incluye o puede incluir armamento no convencional. Los dos primeros fueron probados experimentalmente, en tanto que Kinzhal ya fue utilizado en la guerra en Ucrania, por lo cual sería difícil descartar que también los otros misiles sean lanzados en el terreno de batalla ucraniano.
La experimentación de las nuevas armas de Rusia se da en un contexto de guerra y creciente enfrentamiento discursivo entre Moscú y la OTAN, que está además caracterizada por tres factores de suyo preocupantes para la paz global. En primer lugar, un rearme global, que queda demostrado con las nuevas armas probadas por Rusia, a lo que hay que agregar los aumentos significativos en los gastos militares de Estados Unidos y los países europeos a partir de una nueva concepción de las amenazas y la seguridad tras el conflicto ucraniano.
Según un informe del Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por su sigla en inglés), el gasto militar mundial de 2021 fue 0,7 % más alto que el del año anterior y 12% más alto que el 2012. Los cinco países con mayor gasto militar son Estados Unidos, China, India, Reino Unido y Rusia, cuatro de los cuales son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Con el inicio de la guerra en Ucrania, los países de la Unión Europea anunciaron una nueva estrategia militar, la que contempla un aumento en sus gastos militares. También Japón anunció un aumento en el gasto militar. Debemos agregar también las continuas pruebas realizadas por el régimen norcoreano y sus amenazas de reanudar y perfeccionar su programa nuclear, así como el cada vez mayor enriquecimiento de uranio por parte de Irán, a lo que se une la falta de un acuerdo para retomar el convenio nuclear 5+1, firmado en 2015 por el país persa con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania.
En segundo lugar están los nulos avances en el proceso de paz. Cabe destacar que, luego del encuentro de los cancilleres ruso y ucraniano, Serguei Lavrov y Dimitro Kuleba, respectivamente, en Estambul el 10 de marzo de 2022, no se ha concretado ninguna nueva iniciativa negociadora para terminar con el conflicto en Ucrania. El 25 de abril de 2022, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, inició una visita que lo llevó a Turquía, Rusia y Ucrania, con la finalidad de entrevistarse con los respectivos presidentes, apoyar la mediación de Ankara en el conflicto y proponer un cese al fuego, el que hasta el momento no ha sido aceptado por Moscú.
En tercer lugar hay que mencionar las nuevas advertencias sobre una posible tercera guerra mundial, cuando el conflicto ha cumplido ya dos meses. La visita de Guterres coincide con declaraciones del jefe de la diplomacia rusa, quien acusó a Estados Unidos por el envío de nuevas armas a Ucrania, señaló que la OTAN está involucrada en una guerra con Rusia y que, en este contexto, existe el peligro de una tercera guerra mundial. Comparando con la crisis de los misiles de 1962, Lavrov señaló que mientras que en esa ocasión había canales de comunicación, reglas escritas y normas de conducta muy claras, hoy no existe nada de eso, lo que podría conducir a una guerra nuclear.
El tema de la amenaza nuclear ha sido reiteradamente mencionado por las autoridades rusas y se da en un contexto de rearme global, donde Rusia prueba armas cada vez más poderosas con la capacidad de alcanzar cualquier parte del planeta. Estas advertencias deberían ser consideradas cuidadosamente, pues Rusia es la principal potencia nuclear que, junto con Estados Unidos, concentra al menos el 90% de las armas nucleares, con la capacidad de destruir todo el planeta.
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