Viene a mi memoria la máxima de Cervantes: "Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente; que no es mejor la fama de juez riguroso a la de compasivo".
Lo señalo en virtud de la descriteriada condena a 8 años de prisión aplicada a un joven de 18 años por el robo con fuerza de una botella de vino. Un primerizo sometido al infierno, aberraciones y perversiones de la cárcel.
¿Quién fiscaliza a estos malos jueces a quienes, habiéndoseles conferido el sagrado poder de la justicia, destruyen de un minuto a otro un proyecto de vida? He quedado consternado con este testimonio relatado por el propio afectado. ¿Cuánto más de esto hay que no sabemos?
Sugiero a quien corresponda tomar decisiones para evitar que esto continúe, someter a estos jueces a un "Gulag" a objeto de renovar su formación o derechamente para que aprendan a ejercer con discernimiento y responsabilidad la tarea encomendada.
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