En las últimas semanas hemos visto cómo se produce un necesario debate entre los empresarios respecto a la crisis climática. A pesar de que la insostenible posición que niega la evidencia científica ha sido minoritaria, de todas maneras existen algunas posiciones que son necesarias de analizar.
Uno de los grandes problemas de la discusión es que se ha centrado en la COP25 y su financiamiento.
Resulta muy llamativo que el evento mismo cause resquemores entre algunos empresarios o incluso que se crea que es una especia de evento contra las empresas. Por el contrario, las COP cuentan con espacios para que el empresariado pueda mostrar sus iniciativas y además, respecto a las negociaciones, en la práctica no tematizan nuestros modos de vida, sino que centra el diálogo en la variable de la producción de gases de efecto invernadero y la continuidad de la civilización.
Es por eso que desde los movimientos sociales se les cuestiona que quedan muy cortas en su comprensión del problema y las maneras de abordarlo.
Ahora bien, incluso en este acercamiento estrecho y que no cuestiona los sistemas sociales, necesariamente los países se encuentran debatiendo sobre el rol de algunas industrias y el impacto global y local que causan.
Mientras muchas tienen impactos de diverso orden, son especialmente las relacionadas con los combustibles fósiles, y en seguida, las vinculadas a la deforestación y degradación del suelo, las que causan los mayores impactos en términos de cambio climático.
A propósito de los impactos del cambio climático, sin duda la discusión ambiental internacional, no de burócratas, sino que de las naciones y los pueblos, tiene que ser respecto a esas industrias.
La manera en que estas han funcionado en el tiempo puede haber tenido buenos resultados para los objetivos económicos que se persiguieron, pero no supieron sobre los impactos que hoy tenemos ante nuestros ojos y que afectan al desarrollo en toda su comprensión.
A la luz de esos impactos, insistir en los beneficios que puede producir seguir business as usual, parece una irresponsabilidad.
Mientras esta discusión se desarrolla en nuestro país, en el mundo se organizan los movimientos de Divest Invest, que llaman a los inversionistas a dejar de poner fondos en las industrias que comprometen nuestro futuro e invertir en cambio en las que lo protegen.
Quizás aquello que no se ha logrado regular, sea posible de cambiar en un maridaje entre compromiso ético e incentivos económicos.
Los empresarios cumplen una función esencial en las sociedades, sobre todo en el sistema en que vivimos. Ese rol de creación de riqueza debe ser complementado en estos tiempos, por un rol de mantención de las condiciones ambientales.
El rol de las empresas y de la economía está en función del bienestar humano y este bienestar es imposible sin un medio ambiente sano.
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