Los humedales son cruciales para mantener la salud del planeta, dado que cumplen funciones ecológicas como la regulación de los regímenes hidrológicos, además de ser el hábitat de una biodiversidad asombrosa: a nivel global el 12% de las especies animales tiene su hogar en humedales de agua dulce.
Estos ecosistemas actúan como verdaderos riñones de la naturaleza al purificar el agua y filtrar contaminantes, a la vez que rellenan los acuíferos de los que dependemos para beber y protegen a millones de personas de inundaciones.
Este 2 de febrero, la celebración de su día internacional justamente lleva por lema “Humedales para la reducción del riesgo de desastres”, relevando el papel que juegan en términos de seguridad, sobre todo en momentos en que los impactos del cambio climático ya se hacen evidentes, como ocurre actualmente en Chile.
En este sentido, la existencia de humedales saludables y bien manejados juega un rol en la resiliencia frente al cambio climático y sus eventos extremos. Esto, por ejemplo, al actuar como amortiguadores o barreras protectoras naturales en caso de inundaciones, olas de marea, maremotos y deslizamientos de tierra. Asimismo, pueden almacenar grandes cantidades de agua, reduciendo por tanto las crecidas durante el periodo de lluvias y favoreciendo el almacenamiento de agua durante la época seca.
Hoy, cuando conmemoramos la firma del tratado internacional que en 1971 selló la adopción de la Convención sobre los Humedales o Convención Ramsar, se hace necesario reafirmar el compromiso de protección hacia estos ecosistemas, actualmente dentro de los más maltratados del planeta. Esto, a pesar de constituir un recurso que además de su riqueza natural tiene un gran valor económico, social, cultural, científico y recreativo.
En Chile, país altamente vulnerable al cambio climático, existen iniciativas legislativas que deben ser una oportunidad para profundizar la conservación de los humedales, como el proyecto de ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas.
En lo más específico de los recursos hídricos, la reforma al Código de Aguas, tramitada actualmente en el Senado, introduce aspectos beneficiosos para estos ecosistemas críticos, que comprenden cerca de 3.500 kilómetros cuadrados a lo largo y ancho del territorio nacional.
Así, este proyecto de ley releva la necesidad de mantener la sustentabilidad de los acuíferos y establece prohibiciones, por ejemplo, a las “exploraciones en terrenos públicos o privados de zonas que correspondan a sectores acuíferos que alimenten humedales que hayan sido declarados por el servicio correspondiente del ministerio de Medio Ambiente, como ecosistemas amenazados, ecosistemas degradados o sitios prioritarios, en la medida que dicha declaración contenga entre sus fundamentos que la estructura y el funcionamiento de dicho humedal está dado por los recursos hídricos subterráneos que lo soportan”.
La iniciativa legal, aprobada por la Cámara de Diputados en noviembre pasado, indica además que “no podrán otorgarse derechos de aprovechamiento en las áreas declaradas bajo protección oficial para la protección de la biodiversidad, como los parques nacionales, reserva nacional, reserva de regiones vírgenes, monumento natural, santuario de la naturaleza, los humedales de importancia internacional y aquellas zonas contempladas en los artículos 58 y 63, a menos que se trate de actividades compatibles con los fines de conservación del área o sitios referidos, lo que deberá ser acreditado mediante informe del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas”.
Como organización de conservación, que jugó un papel muy activo en la creación de la Convención Ramsar, esperamos que estas mejoras lleguen finalmente a aprobarse, así como otros aspectos de la reforma que estimamos críticos para el manejo de los recursos hídricos en el país.
Sin humedales saludables el país será más vulnerable a los efectos del cambio climático y la alteración de los ciclos del agua, del carbono y de los nutrientes podrían generar impactos aún difíciles de proyectar.
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