En redes sociales aparecen constantemente frases como "la sinceridad sin empatía es crueldad". Ésta en particular me hace tanto sentido que no puedo dejar de utilizarla, pese a que no he sido capaz de encontrar al autor. Sin embargo, aunque no lo pueda citar hoy, le doy las gracias. Y es que, a veces, incluso con la mejor de las intenciones, las personas quieren ofrecer palabras de apoyo o de consuelo, pero terminan generando un sufrimiento mayor.
La empatía se puede definir, según la RAE, como la "capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos". Es un pilar fundamental para generar relaciones entre individuos y vital para la vida en sociedad. Entonces, la clave para utilizar correctamente este "súper poder" es no pensar cómo me sentiría yo frente a una determinada situación y analizar cómo se siente él o ella frente a eso y cómo puedo hacer que en su realidad se sienta mejor.
Durante la época estival nuestro país fue azotado por un gran número de incendios, que suman en total más de 5.000 durante el último año. Muchas familias perdieron sus casas; lugares de trabajo; animales de producción; y, en algunos lamentables casos, a sus mascotas y familiares.
Puede generar incomodidad para un gran número de lectores que yo reúna en una misma oración a "mascotas y familiares", dado que resulta evidente que no son seres humanos. Ahí es donde debe surgir la tan añorada empatía, puesto que, para otro gran número, son parte de sus familias pese a no tener lazos consanguíneos.
Ahora es cuando podemos iniciar un enfrentamiento de ideas y argumentos que traten de explicar este nuevo rol social de las mascotas. Podemos intentar dilucidar si está bien o no que esto ocurra, si resulta o no beneficioso para los perros y los gatos, si estos actos responden a carencias o son simplemente un gesto altruista de amor hacia todos los individuos del planeta. También podemos, simplemente, ser empáticos y ofrecer nuestro más sentido pésame a cada familia que vio partir durante esta tragedia a algún familiar o a alguna mascota. Todos sabemos que lo material se puede recuperar, pero la pérdida de un integrante de tu familia es irreparable.
El consejo de hoy es no usar frases "bien intencionadas", tales como: "es solo una mascota, alégrate, porque tu familia está bien", "si quieres, te regalo un perrito nuevo" o "no es para tanto, de todas formas, tienes más mascotas". Pongámonos en el lugar de nuestro amigo y pensemos qué podemos decir para contribuir a alivianar al menos un poco su dolor, que recuerde con nostalgia momentos felices con su mascota o, quizás, en ese momento, un abrazo y el silencio sean más valiosos.
Envío un fraterno saludo a quienes hoy están sufriendo.
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