Cristian Warnken, la academia y el solipsismo

Hace unos días me preguntaba ¿quién le pagará a Cristián Warnken?, porque ser amarillo en Chile no es gratis, sobre todo si se es "amarillo por la patria". Hoy me entero que el señor Warnken ha sido nombrado miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales, una entidad -para los que jamás han oído de ella- que junto a otras academias chilenas (de la Lengua, de la Historia, de Ciencias, de Medicina y de Bellas Artes) conforman el Instituto de Chile, creado por el Presidente Jorge Alessandri Rodríguez el 30 de septiembre de 1964, a través de la ley N° 15.718.

Pero, ¿qué es la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales?, que tan ansiado honor ha otorgado al fundador de Amarillos por Chile. Pues bien, se trata de una instancia de poder cuyos miembros hoy tienen por finalidad principal atacar de todas las formas "intelectuales" posibles a la Convención Constitucional.

Es decir, tratar por todos los medios que la nueva Constitución que se redacte sea rechazada. Es cosa de conocer a los integrantes de la directiva de esta academia y a sus miembros de número. Una mezcla de pinochetistas y concertacionistas con estrechos vínculos con universidades como, por ejemplo, la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad Diego Portales, centros de estudio que de una u otra manera, implícita o explícitamente, se sienten custodios de la moral nacional.

De hecho, fíjense en el último apellido de la academia en cuestión. Warnken y la academia actúan con solipsismo, sin duda. O sea, lo único seguro y existente es lo que emana de sus convicciones oligarcas, de sus mentes metafísicas, donde su "yo" individual y colectivo es lo único válido y el "rebaño" (léase los chilenos que habitamos el llano) debemos aceptar para no descarriarnos. En términos filosóficos, podríamos decir que piensan que el "mundo sensible" son solo ellos y punto.

Pero hay algo más de fondo, y es sencillamente que estos señores no pueden soportar que no sean ellos quienes redacten una nueva Constitución, no soportan que personas no pertenecientes a sus círculos integren la Convención. Porque lo concreto es que esta quedó conformada por una amplia representación de la sociedad chilena. La Lista del Pueblo fue una demostración de ello. Y en ese sentido, la conformación de la Convención, a pesar de algunos quinta columnistas que la integran, es ampliamente más democrática que el Congreso Nacional. Los "rotos", la plebe, los inmorales, se están apoderando del país, quieren destruir nuestras instituciones republicanas, etcétera, claman desde la academia.

¡Qué horror!, dicen, y se persignan. Sé que estamos lejos aún de un cambio radical en relación a lo que nos ha impuesto la oligarquía desde 1830 a la fecha, y que es el statu quo que Warnken y la academia representan; pero se avanza, y mientras los "rotos" sigan luchando las banderas del solipsismo nacional deberían dar sus últimos aleteos.

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