De Crav a La Polar

“Una sala en la que sólo había 120 butacas fue repletada por casi 300 personas que iban en busca de una respuesta que explicara el descalabro económico… ¿Qué haremos con nuestras acciones? ¿Por qué se especuló con plata nuestra? Al final de ésta salieron tal como entraron, sin nada”.

Esto bien podría ser un resumen de la próxima junta extraordinaria de accionistas de La Polar convocada para el 22 de junio a las 12.00 horas.

Sin embargo es una cita textual que aparece en la Revista “Que Pasa” de la semana del 18 al 24 de Junio de 1981. Sí, leyó bien, es de hace exactamente 30 años y se refiere a la junta de accionistas de la empresa CRAV S.A. realizada el 15 de Junio de 1981, en la que participaron accionistas tan perplejos como los actuales de La Polar.

En estos días muchos han sacado a colación el recuerdo del caso ENRON en los Estados Unidos, y probablemente muy pocos recordarán o conocerán el bullado y más cercano caso CRAV pues de aquel han pasado ya 30 años. Resulta interesante que el llamado caso CRAV precediera la grave crisis bancaria de comienzos de los 80.

CRAV, al igual que LA POLAR era una sociedad anónima, cuyos orígenes se remontaban al año 1887, siendo una de las primeras compañías de Chile en abastecer y satisfacer las necesidades de azúcar del país, para lo cual importaba azúcar de caña, la refinaba y la vendía posteriormente.

Las razones que explican su colapso y posterior quiebra en el año 1981 son complejas y largas de detallar, sin embargo al igual que ahora en la situación de LA POLAR hay elementos que se repiten pese al largo transcurso del tiempo.

Como ha escrito Arnold C. Harberger las características del sistema bancario chileno jugaron entonces un papel preponderante en el curso de los eventos económicos, ya que los bancos chilenos acumularon un stock de “prestamos malos”, y en lugar de asumirlos impagables, la práctica fue repactarlos, acumulando intereses. De esta forma al igual que ahora en LA POLAR, en lugar de reconocer una pérdida por “prestamos malos”, se disimuló contablemente su existencia.

Así, en ambos casos, de los antecedentes que se dispone pareciera que ejecutivos y directores especularon con el patrimonio social. En ambas situaciones se ocultaron antecedentes relevantes en sus balances que hubieran permitido contar con información adecuada a los accionistas y al mercado. En los dos fracasó la empresa auditora que, coincidentemente, es la misma.

En efecto, mientras LA POLAR especuló con la entrega de créditos sin la debida evaluación de riesgos de la cartera misma y la capacidad de pago de quienes los recibían, en CRAV la empresa especuló con el precio futuro del azúcar, sufriendo el impacto de tener que vender 50.000 toneladas del producto a un valor promedio de 770 dólares por tonelada, en circunstancias que lo había adquirido a un costo promedio de 1000 dólares la tonelada.

En el caso de LA POLAR se buscó esconder la elevada morosidad de la cartera de créditos otorgados, mediante una maniobra de repactación unilateral de los mismos.

En el caso  CRAV, se simularon garantías inexistentes y la banca de la época ocultó la mala calidad de los préstamos otorgados. A modo de ejemplo, CRAV contrajo un préstamo con el Banco del Estado por aproximadamente $20.000.000 de dólares de la época, dejando como garantía 51.500 toneladas de azúcar. No obstante la garantía no era tal pues sólo había en el almacén warrant de la compañía 8.559 toneladas de azúcar.

Por su parte, así como ahora los hechos acaecidos en LA POLAR implican un serio remezón a la llamada industria del retail financiero, pues surgen fundados cuestionamientos a la evaluación de riesgos de esta industria y la forma en que opera al otorgar créditos masivamente, el colapso de CRAV implicó un remezón a la banca nacional, obligando a una mejor evaluación de los riesgos y a una mejor operación de los bancos comerciales.

Finalmente, en ambos casos – CRAV y LA POLAR- los pequeños accionistas, que se basaron en la supuesta solidez de las empresas para invertir sus ahorros aparecen como uno de los grupos más perjudicados.

Tratándose de La Polar dicho perjuicio se ve “multiplicado” por la circunstancia que la propiedad se encuentra atomizada y cuenta con inversiones de las AFP que invierten los ahorros de millones de trabajadores chilenos.

La crisis bancaria y cambiaria de 1982 tuvo como hito decisivo la quiebra de la empresa CRAV, no obstante que no fue dicha quiebra la que ocasionó los problemas, sino la laxitud de las prácticas bancarias que el derrumbe de CRAV develó.

Ahora, LA POLAR parece a su vez revelar la laxitud de las prácticas crediticias en la industria del retail. Sólo una vez que decante este caso podremos evaluar el verdadero impacto del mismo.

Cabe preguntarse seriamente qué tanto hemos aprendido de la historia económica y financiera de nuestro país. A la luz de este pequeño recuerdo me atrevo aventurar que bastante poco.

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