Crisis de la educación pública en Argentina: América Latina en alerta

Argentina es un gran país, algunos creen que esa grandeza se basa exclusivamente en sus recursos naturales o la fertilidad de su territorio, una mirada de ese tipo constituye un profundo error. La importancia de Argentina radica en su gente, en la capacidad de trabajo y de pensamiento que históricamente han desarrollado, no podemos olvidar que -entre otras-cuentan con la Universidad de Córdoba, una de las más antiguas de América, actualmente libre, gratuita y laica. Sin dejar de mencionar a la Universidad de Buenos Aires, de las mejores ranqueadas del continente donde, por cierto, muchos jóvenes chilenos/as, de distintos sectores sociales, han estudiado gratuitamente en las últimas décadas.

En defensa de la universidad pública. Esa fue la consigna de miles de personas de las comunidades educativas de Argentina que participaron hace algunos días en una histórica movilización para reclamar por las políticas de ajuste presupuestario del presidente Javier Milei. No es extraño entonces que estemos mirando con preocupación lo que está pasando en el país vecino.

Claramente, estamos ante la instalación de la idea de una crisis de la educación pública que, según ya lo hemos vivenciado en Chile, puede tener profundos impactos en el desarrollo del país y de toda la región, puesto que, la educación vista como mercado en todos sus niveles pierde su calidad de derecho y de área estratégica para el avance y progreso de un país a través de lo que las universidades dan, la generación de conocimiento, el cultivo de las ciencias, las artes y las humanidades.

Los argumentos desde el gobierno de Milei para sus polémicas medidas se basan en, según nuestra opinión, en juicios infundados y hasta insólitos, como por ejemplo: acusar de adoctrinamiento a los docentes, de malversación de fondos a rectores/as, junto con atacar a dirigentes estudiantiles. Todos argumentos falaces que fueron fuertemente desmentidos, no solo por los interpelados, sino que también por evidencias y datos robustos. Es que la educación pública -que además en Argentina es gratuita y de conocida calidad- es un consenso social que no tiene color político. La educación pública se defiende. Es la herramienta de movilidad social y desarrollo. Una sociedad más educada es capaz de darse a sí misma lo que necesita, para innovar y buscar soluciones a sus problemas en todos los ámbitos.

La investigación, la ciencia, la tecnología, las artes, el deporte, las humanidades, la vinculación con el medio y la extensión son aportes claves que hacen las instituciones de educación superior públicas y el Estado debiese garantizar las condiciones para que ello ocurra. Estamos hablando de un derecho humano indispensable para el ejercicio de otros derechos humanos.

En Chile ya sabemos el impacto que tiene la mercantilización de la educación con políticas públicas perpetúan modelos de mercado en la educación y en la actividad científica. Pero esa no debe ser la lógica que oriente una educación de calidad, tampoco decisiones políticas ideologizadas donde el bienestar de la ciudadanía, no parece estar en el centro.

La relevancia de Argentina se basa en su gente y en la capacidad que progresiva de entregarle a esta educación, Argentina lee, Argentina piensa, Argentina crece, Argentina importa porque han dado a la educación un rol preponderante, el futuro de ese país se abraza con su capacidad de seguir potenciando a su pueblo mediante una educación pública, gratuita y de calidad. Los argentinos y argentinas han sabido construir una educación fuerte y para todos, esa es una de sus virtudes más importantes. En ese contexto, el norte de cualquier autoridad elegida para conducir, transitoriamente, los destinos de una comunidad debe ser el desarrollo integral de la misma, no la destrucción de sus cimientos, y la educación es uno de ellos, quizás el más sólido. Por eso, no podemos quedarnos solo como observadores/as de la situación que vive Argentina. América Latina completa debe estar en alerta.

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