En Chile, desde hace décadas, se recurre al terrorismo como arma política en contra del régimen democrático. Así lo han hecho células anarquistas o "lobos solitarios" con esa definición ideológica, sus recursos fueron atentados explosivos y sus autores fueron detenidos y están encarcelados. Células de ultraderecha también han ejecutado acciones terroristas, así ocurrió en el asesinato del comandante en jefe del Ejército, general René Schneider, en octubre de 1970, para impedir que Salvador Allende asumiera la Presidencia de la República. Asimismo, en el crimen de su edecán naval, capitán de navío Arturo Araya Peters.
También han recurrido a acciones terroristas grupos pertenecientes al crimen organizado, para encubrir los ajustes de cuentas en el tráfico ilegal de drogas, como también lo han usado para el robo y tráfico de madera en la macrozona sur.
Asimismo, practican acciones terroristas organizaciones que usan como pretexto la causa mapuche para quemar escuelas e iglesias, incendiar camiones y transportes, justificar asaltos y criminales atentados contra personas indefensas. Estos grupos se dicen de izquierda y hacen cuanto pueden para echar abajo al Presidente que es de izquierda. Son ultras sin Dios ni ley.
En la madrugada del sábado recién pasado, el terrorismo asesinó a tres jóvenes carabineros para generar consternación, dolor y miedo en la provincia de Arauco y el país en su conjunto. Esa acción criminal sin precedentes no tiene solo un propósito local, su objetivo es atacar al Estado de Chile en su totalidad, masificar el desconcierto y la confusión, agudizar la lucha política, en definitiva, los terroristas pretenden afectar profundamente la estabilidad democrática.
Los terroristas saben que se pondrá en tela de juicio a las autoridades y que se agravarán las disputas entre las fuerzas políticas, cuentan con eso para debilitar la democracia y hacer aún más difícil la tarea de las instituciones responsables de perseguirlos y encarcelarlos.
En circunstancias tan difíciles es cuando se mide la estatura de las fuerzas políticas y sus liderazgos, la conducta que asumen permite distinguir entre aquellas que solo denigran y buscan desgastar a sus adversarios sacando ventaja pequeña y las que con auténtico sentido nacional pondrán su prioridad en desarticular a los terroristas y encarcelar a los autores de tan deleznable crimen.
Aboguemos porque prime el interés nacional y las familias de las víctimas tengan el apoyo que necesitan. Ellas son el principal deber inmediato, junto a la institución de Carabineros de Chile. Sin el respaldo de la comunidad no pueden cumplir su misión esencial, bregar contra el crimen organizado y resguardar a las familias.
Hoy no hay que confundirse, los que hemos sufrido la represión y muchos de los nuestros son detenidos desaparecidos sabemos que el dolor no se cura con el odio. Acompañemos a la institución policial en el momento en que más lo requiere. Así estaremos fortaleciendo la democracia chilena.
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