Estamos a seis semanas del plebiscito que definirá la aprobación o rechazo del texto constitucional escrito por una mayoría republicana que, a pesar de pasar por el cedazo del comité de expertos, significa un claro retroceso en avances y derechos conseguidos por la organización de millones de chilenas y chilenos en los últimos años. Es, de hecho, peor que la Constitución de Pinochet -que ya es mala- que hoy nos rige.
Las encuestas van mostrando que existe una importante mayoría de chilenas y chilenos que adhieren a la opción "En Contra" -superando por largo el 55%-; mientras que la opción "A favor" expresa una tendencia de crecimiento tímida pero sostenida, que -según la encuesta- puede llegar a alcanzar al 35%. Mientras que los indecisos, según el sondeo, rondan cerca del 20%.
De ahí es que los sectores que impulsan este texto retrogrado se concentran en los grupos de poder económico, conservadores que buscan garantizar su poder a costa de nuestras vidas.
Por ello es que el empresariado y las derechas han iniciado una potente campaña en distintas plataformas para dar su versión de un texto escrito con la pluma republicana y espíritu de principios del siglo XX, donde los terratenientes y dueños del capital exprimían la voluntad de las y los trabajadores, con esclavizantes condiciones laborales.
Hoy buscan lo mismo, lo disfrazan con frases de buena crianza y de paso lanzan amenazas bajo el argumento de la "preocupación": que aprobar este nuevo texto dará "estabilidad" al país, que este tema lo tenemos que cerrar, no queremos más incertezas o el país necesita retomar la senda del crecimiento; son las frases que más se han escuchado o leído en las últimas semanas.
La fila es la larga de los rostros que defienden el texto constitucional que se debe aprobar o rechazar el próximo 17 de diciembre: Ricardo Mewes, Bernardo Larraín Matte y Juan Sutil han sido algunos de los rostros del empresariado que han salido a manifestar su adhesión por el "A Favor", desplegando toda su red e iniciando una campaña para "darlo vuelta", parafraseando al líder de la ultraderecha nacional, José Antonio Kast.
Estos nombres por décadas se han ocupado de desmejorar las condiciones de vida de las personas en el país a través de un sistema financiero usurero, pensiones que financian a las AFP, trabajo precario y abuso laboral. ¿Estamos disponibles a entregar nuestro voto a quienes nos hacen la vida imposible de vivir?
A esto debemos sumar ejemplos de retrocesos en este nuevo texto constitucional. Está el caso del artículo 16, número 27, donde se regula la libertad sindical, el que establece que existe el derecho a huelga, pero solo "ejercida dentro del marco de la negociación colectiva", cosa que es una contradicción.
En el caso de las pensiones, el artículo 16, numeral 28, letra b) señala que "cada persona tendrá propiedad sobre sus cotizaciones previsionales para la vejez y los ahorros generados por éstas, y tendrá el derecho a elegir libremente la institución, estatal o privada, que los administre e invierta. En ningún caso podrán ser expropiados o apropiados por el Estado a través de mecanismo alguno", lo que significa asegurar constitucionalmente la existencia de las AFP e impediría la creación de un sistema de reparto o con algún nivel de solidaridad.
Estamos a siete semanas para la votación y no podemos quedar impávidos ante el despliegue que los grupos ultraconservadores y fascistas realizan para lograr revertir la tendencia que muestran las encuestas. Es momento de que las chilenas y chilenos tengamos la capacidad de organizarnos y defender lo poco que se ha avanzado desde el retorno de la democracia, cosa que tanto nos ha costado concretar.
Aprobar este texto es dar un enorme paso atrás en nuestra historia -70 años por lo menos- y entregar una enorme victoria a quienes han sido, y seguirán siendo, los paladines de los abusos, la violencia y la discriminación. La organización de las y los trabajadores, articulada con otros actores sociales, permitirá evitar un desastre político y social de dimensiones enormes, tal como la historia ya se ha encargado de mostrarnos ejemplos en otras latitudes pero similares circunstancias.
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