La insurrección del 18 de octubre de 2019, perfectamente planificada, tuvo un gran éxito. La semilla de la experiencia bélica que necesita el Estado de Chile aún se mantiene como chispa secreta rondando los campos de la nación.
El Estado de Chile sólo puede recrearse en base a la experiencia bélica para que fragüe nuevamente la nación, la que sin la experiencia de la guerra del Estado no es posible de solazarse. Esto nos lleva a presentar el escenario de que de no existir un gobierno que tenga la convicción de hacer valer el monopolio de la violencia legítima del Estado como válvula de dosificación de su energía bélica, se acercará cada vez más la necesidad de que el Estado desate la furia de sus fuerzas para instalar un leviatán y detener que el hombre siga siendo el lobo del hombre.
De los candidatos a la Presidencia de la República, prácticamente la mayor parte de ellos son partícipes de no hacer valer el monopolio de la violencia legítima del Estado por considerar válida toda forma de lucha violenta, mientras que dos de ellos podrían presentar la posibilidad de hacer un mayor hincapié en el valor del orden público.
Uno de ellos de la derecha liberal y del establishment concertacionista y otro de la derecha tradicional con algunos elementos socialcristianos tradicionalistas o conservadores. El primero tendría una limitación caracterizada por su eventual tendencia globalista y el otro por un relato fuerte, pero que para muchas fuerzas no se condicen con su suave carácter. Lo que es claro es que de permitir que la chispa secreta de la experiencia bélica no se apague o dosifique, ésta explotará con todas sus fuerzas y furia, pudiendo definitivamente reconstituir el Estado y confirmar la nación.
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