Si bien es cierto la Navidad es una fiesta específicamente cristiana, pues celebra el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre en el vientre de María; también lo es que ha sobrepasado con mucho el ámbito de los creyentes.
Es lo que se llama "el espíritu navideño", un ambiente donde se expresan anhelos de cercanía, bonhomía, paz, acogida. Es un tiempo en el que florecen los sentimientos más nobles, sentimientos que se concretan en multitud de iniciativas y actividades solidarias en las que el denominador común es dar, más aún, dar de sí. El dar algo material va acompañado con el dar cariño, prestar atención al otro, darse tiempo para escucharlo. Es salir de sí mismo para atender las necesidades de otros. Incluso en el consumismo desbocado se manifiesta este querer dar. Nótese que el salir de sí hacia los otros es el primer gesto de trascendencia.
El "espíritu navideño" es uno de los lugares privilegiados en que se muestran las aspiraciones profundas del ser humano, que se pueden resumir con un término: plenitud. Es decir, un estado en el que no haya ningún tipo de limitación y, por tanto, de sufrimiento. Pero, este deseo profundo de plenitud no puede ser satisfecho por nosotros mismos, escapa a nuestras posibilidades.
Se plantea entonces la paradoja existencial de que somos seres desfasados en cuanto que tenemos anhelos que no podemos satisfacer por nuestros propios medios. Lo que nos deja sólo dos posibilidades: a) por utilizar una analogía, tenemos una sed que nunca podrá ser saciada y, por tanto, somos seres absurdos, sin sentido; o b) esa sed sí será saciada, pero por alguien que necesariamente tiene que ser superior a nosotros y que sí pueda otorgarnos esa plenitud.
Estos anhelos profundos son las huellas que dejó Dios en nosotros cuando nos creó. Esa sed de amor y de infinito es la nostalgia del amor infinito que nos creó y hacia el cual nos dirigimos.
Ese amor abrazador y abrasador es el que se nos entrega en un pequeño e indefenso niño nacido y recostado en una pesebrera en Belén. Esta es la nostalgia de trascendencia que reverbera en Navidad.
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