Un 24 de octubre de 1971, hace ya 52 años, en la Universidad Técnica del Estado concluye la asamblea constituyente de la Organización de Izquierda Cristiana (en adelante IC). El 31 de julio de 1971, un grupo de militantes de las corrientes de izquierda del Partido Demócrata Cristiano se había retirado de este en disconformidad con su línea política, que hacía alianzas con la derecha para combatir al gobierno de la Unidad Popular.
Uno de sus fundadores fue Juan Bosco Parra Alderete, al que se unieron otros seis diputados: Fernando Buzeta, Jaime Concha, Alberto Jaramillo, Luis Maira, Pedro Urra, Pedro Videla, y luego Pedro Felipe Ramírez. El 6 de agosto se sumaron destacados políticos que militaban en el MAPU, entre ellos los senadores Rafael Agustín Gumucio y Alberto Jerez, y el diputado Julio Silva Solar y Jacques Chonchol, uno de los promotores de la Reforma Agraria.
Prontamente el nuevo partido definió su eje ideológico, "como un partido amplio de izquierda inspirado en los valores cristianos y humanistas. Uno de sus principales dirigentes, Luis Maira, en un documento titulado "La Izquierda Cristiana, una mayoría que nace", sostuvo: "La justificación esencial de la Izquierda Cristiana es comprender el aporte propio de los cristianos en la construcción de una sociedad socialista, ligarlos decididamente a la lucha por la liquidación del capitalismo".
Por su parte, Bosco Parra planteaba que "la perspectiva socialista no puede construirse sino con la completa unidad social y política del pueblo trabajador y de todas sus familias de pensamiento". También señalaba que "tampoco buscamos institucionalizar el cristianismo postulando una economía, una sociedad o un Estado 'cristianos', ni menos un socialismo 'cristiano' o un camino 'cristiano' al socialismo".
En sus fundamentos ideológicos se habla de la transformación cultural y de la construcción del hombre mujer nuevos como esencia de la transformación.
¿Por qué pensar que están vigentes las ideas de la IC?
Porque se necesitan partidos políticos que den efectiva respuesta a los fenómenos y amenazas que se ciernen hoy sobre la vida humana y no humana: la catástrofe ecológica del calentamiento global y de la escasez de agua potable; la catástrofe económica/social sistémica con la radicalización del neoliberalismo que produce una acumulación extrema a expensas de una más creciente pobreza; la catástrofe valórica y moral con la falta general de sensibilidad hacia los problemas de las grandes mayorías; la catástrofe política con el resurgimiento mundial de la derecha y el desgaste de las democracias; la catástrofe de una cultura individualista y egoísta que se sigue imponiendo.
Porque los últimos acontecimientos políticos y económicos podría significar una radicalización extrema de la situación recién descrita, una nueva consolidación del sistema de capital y el neoliberalismo, buscando dominar el mundo con el uso de la vigilancia digital sobre cada persona del planeta, algo que ya está en marcha en China y en Estados Unidos. En definitiva la creación de Estados policiales, violadores sistemáticos de derechos humanos.
Porque es indispensable una conversión ética, política, económica y ecológica que sea radical, cuya centralidad debe ser ocupada por la idea de la justicia social, la verdad, el respeto de los derechos humanos de personas y pueblos, la democracia y el respeto de la naturaleza.
Porque pese a la complejidad del momento y el cierto peligro del futuro de la humanidad por las políticas capitalistas e imperialistas que han quedado evidenciadas nuevamente por su inhumanidad. Expresan la esperanza que prevalecerá el instinto de vida. Pero a condición de que hayamos construido una forma diferente de habitar la "casa común", sobre otras bases valóricas y éticas que se contrapongan al capitalismo.
Porque plantea con claridad el desafío de garantizar las vidas de todos y todas, las luchas necesarias y venideras están en el marco del respeto y aplicación de los derechos laborales, la organización es indispensable para la planeación de políticas socialistas que satisfagan los mínimos éticos para una vida digna.
Porque mantiene vivo el sueño original de un mundo mejor y no renuncian a poner fin al ya degrado sistema capitalista como un acto real de conciencia en favor del porvenir de nuestro Chile y de la humanidad.
Porque plantean que se requiere volver a los valores como centro de nuestro quehacer. Poner el centro de la discusión el cambio cultural ya que se necesita imperiosamente que se construyan hombres y mujeres nuevos.
Porque entienden el ejercicio del poder como un servicio.
Porque postulan que no hay que dejarse vencer por las ideas y el modelo capitalistas.
Porque ponen la centralidad de la riqueza en el trabajo,
Porque plantean que el respeto a los derechos humanos es una decisión y compromiso radical, no sujeto a conveniencias ni temores,
Porque reconocen sin temores las reivindicaciones de los pueblos indígenas y sus filosofías de vida: el Sumak kausay, Suma Quamaña y Kume Mongen.
La Izquierda Cristiana postula estas ideas desde su nacimiento, sin ambages, sin medias tintas, sin mezquindades. De algún modo constituyen esas "minorías abrahámicas", que llamaba a organizar don Helder Cámara, pequeñas organizaciones que mantienen viva la esperanza, contra toda desesperanza, y actúan en la cotidianidad de la vida para que esta permanezca. Allí está la vigencia de las ideas de la Organización de la Izquierda Cristiana.
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