El movimiento de izquierda "woke" se define por la lucha de activistas progresistas que sensibilizados e indignados buscan la reivindicación de nuevas banderas sociales y culturales en un plano principalmente intelectual, y no en las demandas materiales concretas presentes en la sociedad. En otras palabras, lo "woke" es simbolizado por la creación de demandas sociales boutique, en el que se asume que el sexo biológico sea una construcción cultural; la extrema defensa de los derechos de los animales; la distinción entre vidas dignas de ser vividas y las que no lo son, y hasta el aborto libre, rayando en el infanticidio. Para la izquierda frenteamplista, ya no están primero en la agenda de la gestión pública las clásicas políticas de un gobierno de izquierda que pretende mejorar la calidad de vida de las personas, como educación pública de calidad, programas de bienestar social que fortalezcan la redistribución de la riqueza, o el rediseño del sistema de salud pública.
Desde el discurso de la Cuenta Pública de 2024, el Presidente Boric focalizó la épica narrativa de su gobierno en conquistar el aborto legal, es decir, en las demandas ideológicas y en el terreno del debate de las ideas. Hace unos días, un destacado parlamentario oficialista presentó una indicación para respetar el "estado físico y mental" de los animales acuáticos, acusando que estos son "seres sintientes". El alboroto terminó con especialistas que desatinaron explicando las habilidades futbolísticas, o maestriles de los peces. En el fondo de la discusión se encontraba la premisa de que para los exponentes de la izquierda "woke", el respeto de los derechos de los peces es superior al respeto a la vida de seres humanos que están por nacer.
Lamentablemente, el credo progresista de esta facción política, más allá de ser fraseología panfletera, termina, en definitiva, convertida en legislación o en programas públicos que están haciendo mucho daño, sobre todo a los más indefensos, los niños que están por nacer, y los niños y jóvenes en etapas del desarrollo de su personalidad. El reciente escándalo del tratamiento hormonal al que acceden miles de niños, niñas y adolescentes (NNA), para radicalmente cambiar su sexo a costa de bloqueadores de la pubertad es una evidencia de lo que menciono.
El Ministerio de Salud informó que en 2023 entraron 1.202 NNA al Programa de Apoyo a la Identidad de Género, también denominado "Crece con orgullo"; y para 2024 esperan que entren al programa otros 2.940 niños y niñas, para cambiarles su sexo biológico. El gobierno del Presidente Boric será también juzgado por la historia frente a tales hechos, que hoy son celebrados, pero que más tarde mancharan la microhistoria de muchos niños.
Como es bien conocido, y lo han explicado investigadores como Carlos Alonso, la izquierda "woke" destaca la disforia de género, un trastorno extremadamente excepcional, para argumentar que el sexo biológico no siempre coincide con la identidad sexual. De esta premisa se desprende que no se debería asignar un sexo a los niños al nacer, sino permitir que con el tiempo, ellos mismos expresen con cuál se identifican. La influencia de la ideología "woke" en las escuelas, el cine e internet, junto con la posibilidad legal de "cambio de sexo" para menores, ha provocado un aumento significativo de la transexualidad juvenil en países como Estados Unidos y el Reino Unido, convirtiendo esto en una especie de histeria colectiva y fenómeno de consumo popular. En la mayoría de los casos, no se trata de auténtica disforia de género, sino de adolescentes vulnerables que sufren por otras razones, y que, influenciados por la propaganda trans, creen erróneamente que encontrarán alivio en el cambio de sexo.
Haremos oposición y resistencia firme frente a la izquierda "woke", a riesgo de que, tal como lo plantea en sus manuales de proceder, cualquiera que publique material susceptible de "incitar" al odio, resentimiento y que sea calificado como intolerante bajo sus parámetros será rechazado por ir contra la corriente progresista. Paradójicamente, aquellos mismos "woke" que pregonan la libertad de expresión como base para la construcción del diálogo, implementan la cancelación a todos los que nos oponemos a sus ideas, sobre todo en relación a sus abstracciones afiebradas en relación a nuestros niños.
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