La nueva forma de gobernar: ¿gobierno de resultados o de anuncios?

Estamos a pocos días de escuchar el discurso del 21 de Mayo donde el Presidente Piñera dará cuenta de la marcha de la Nación. Sin duda, uno de los hitos más importantes de nuestra tradición republicana.

A más de un año del inicio de su mandato, en la retina queda la gran cantidad de anuncios y promesas electorales formuladas por la coalición de derecha y cristalizados en su “nueva forma de gobernar”.

Ha pasado un tiempo prudencial para revisar el grado de cumplimiento de estas promesas electorales y de hacer un ejercicio de accountability, tan necesario en las democracias modernas.

La nueva forma de gobernar, según sus creadores en plena campaña presidencial, da cuenta de los siguientes aspectos o características a la hora de la conducción gubernamental: excelencia, fin del cuoteo y una administración proba. El actual mandatario insistió con fuerza que su gobierno sería integrado por los “mejores profesionales y técnicos”, sin espacio para el cuoteo político, donde la probidad sería el eje central y que la excelencia sería lo distintivo de su gestión.

Veamos qué dicen los hechos.

Primero, el gobierno de la gestión de excelencia queda, a lo menos, en entredicho con la lenta instalación de las nuevas autoridades en el aparato público. Sumado a lo anterior, se aprecia como hecho indesmentible la incorporación a órganos públicos de una gran cantidad de dirigentes de la Alianza y de ex candidatos derrotados en las últimas elecciones parlamentarias. Dicho sea de paso, muchos de ellos con una vasta formación y experiencia política.

Segundo, se indicó que la probidad sería un eje central en la conducta gubernamental, pero a la luz de los acontecimientos, esta promesa también queda al debe. Primero, la “manipulada” reunión de la Ex Intendenta Van Rysselberghe para entregar subsidios a pobladores de la villa Aurora en Concepción que finalmente le costó el cargo y, segundo, la renuncia de la Ministra Matte por el dudoso manejo del caso Kodama, dejan en evidencia que algo no encaja entre lo prometido y lo obrado.

Tercero, una mención aparte, merece la reiterada actitud de hacer grandes anuncios de proyectos, pero que en la práctica no son lo que dicen ser. Como muestra un botón… la eliminación del 7% de la pensión de los jubilados que finalmente será gradual y sólo a una parte de los ancianos más vulnerables, el postnatal y su estrechez y qué decir del lento proceso de reconstrucción en las zonas devastadas por el terremoto de febrero del 2010.

Pero, ¿Por qué es importante recordar estas promesas y sus incumplimientos?

No por el deseo de festinar que al actual Gobierno le vaya mal, sino que por una razón muy distinta. El Estado juega un rol fundamental para el desarrollo de los países, pero sobre todo para beneficios de los más vulnerables y es precisamente el Ejecutivo, el que debe conducir los procesos que mejoren la calidad de vida de las personas y es el responsable de generar condiciones de desarrollo para los diversos sectores del país.

Pero los porfiados hechos demuestran que el Estado y la gestión pública no sólo requieren de especialistas en Management (que son necesarios para la gestión), sino que también exigen una visión acerca del interés general y la capacidad política para sacar los asuntos públicos adelante, incluyendo a la oposición. En esta materia, en opinión de analistas del oficialismo y de oposición, está el gran déficit de este gobierno.

El profesor de la U. de Glasgow Richard Rose, quien se ha dedicado al estudio práctico de las burocracias, señala que los gobiernos son un conjunto de programas e instituciones; por lo que se deben juzgar por lo que hacen (ejecución de los programas) y por lo que son (conjunto de instituciones). Gobernar comprende la movilización de leyes, dinero y empleados y la conversión de estos recursos en resultados a través de los programas. Aspecto que este gobierno no ha logrado plasmar en la realidad con la efectividad anunciada.

En suma, es un buen momento para revitalizar lo público y comprender que para lograr un país desarrollado no sólo podemos apostar por el crecimiento económico, que por Dios es importante, sino que también es fundamental sentar a la mesa al Estado y a la sociedad civil para dar coherencia y gobernabilidad al desarrollo del país.

El buen gobierno demanda más participación y menos individualismo, más diálogo y menos imposición y, necesariamente, más vocación por debatir sobre los asuntos públicos. El Presidente Piñera y su gobierno tienen la palabra, pero ahora la ciudadanía pide, encuestas como Adimark de por medio, que debe ir acompañada con hechos para pasar de un gobierno de anuncios a un gobierno con resultados. Por el bien de Chile, esperamos que así sea.

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