La reforma que no fue

Han pasado ya varios meses desde que el proyecto de ajuste tributario del Gobierno ingresó al Congreso Nacional, varios meses donde a pesar de todos los cuestionamientos públicos, las autoridades han decidido mantener su lógica de seguir favoreciendo a los sectores más acomodados y, aunque digan lo contrario, el país sabe que es así.

La UDI y el gobierno insisten que su proyecto tributario que rebaja impuestos a los grandes contribuyentes es “un alivio para la clase media”, insisten en instalar una mentira, pues el proyecto, a todas luces, no trae nada de bueno para estas familias.

En el Chile actual, el 81% de los chilenos gana menos de $535.000 y, por ende, no pagan impuestos; seguir insistiendo en exenciones tributarias para el 19% restante no es un camino que favorezca a la clase media y a la mayoría de las familias del país.

Incluso, en el quintil más rico, la propuesta de rebaja de impuestos personales, favorece más al gerente que al trabajador calificado ya que propone que quién gane $600.000 mensuales tenga un beneficio de sólo $5.000 anuales mientras que el gerente que gana $ 8,0 millones tendrá un beneficio anual de $1.540.000.

La real clase media chilena vive agobiada por las deudas, sus salarios no son suficientes para mejorar sus condiciones de vida y hoy quieren y demandan mejores bienes públicos para todos.

Buena educación tanto básica, secundaria y superior –donde la calidad educativa no dependa del bolsillo del grupo familiar-, Salud de Calidad en la red pública ya que el 80% es afiliado a FONASA, un transporte público digno; mejores viviendas en barrios integrados, entre otras demandas y necesidades.

Los países modernos de la OCDE tienen buenos sistemas públicos en educación y salud que le garantizan a la sociedad que habrá igualdad de oportunidades para el desarrollo futuro y no dependerá del ingreso familiar sino de los talentos y esfuerzos familiares.

La clase media, tantas veces manoseada en las frases clichés de muchos sectores, no quiere seguir viviendo en un Chile desigual, con un 0,52 de coeficiente Gini o con 15% de familias en condición de pobreza. Es lo cierto.

Estas nuevas prestaciones sociales para la clase media y para las familias vulnerables requieren más equidad tributaria; es decir, que los grandes contribuyentes paguen más tributos y que cerremos los espacios para la evasión tributaria.

Chile necesita más recursos fiscales y por eso, este tema de una reforma tributaria de verdad estará en la próxima campaña presidencial.

Como Democracia Cristiana, insistiremos en un Chile más solidario, en busca de una reforma integral, que efectivamente contribuya a disminuir esta desigualdad que hoy avergüenza.

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