Una querella necesaria

¿Ha hecho bien o mal la Presidenta en querellarse como ciudadana chilena contra una revista noticiosa por injurias y calumnias?

La discusión está hoy en boca de todos. Mal que mal, es la primera jefa del Estado en tomar tal decisión en nuestro país. Y no la única en ese alto oficio a quien se ha agraviado. A Pedro Aguirre Cerda, otro Presidente progresista que hizo grandes cambios a favor de los excluidos, lo tildaban públicamente de borracho. A Jorge Alessandri, sólo por sus ideas conservadoras lo mortificaban como marica, cuando no se respetaban como hoy las distintas orientaciones sexuales. 

Pero aquellas eran sólo burlas sobre características de personalidad, valederas o mentirosas, que no afectaban mayormente el desempeño de su cargo. A Michelle Bachelet se la carga con complicidad en robar dinero al fisco. Un medio publicó hace unos días, en su plataforma digital primero y luego en la de papel, el rumor de que la Presidenta de la República estaba involucrada en el fraudulento negocio inmobiliario de su nuera.

Gravísima imputación a la más grande autoridad de nuestra institucionalidad democrática tan celosamente resguardada por los mismos que hoy la están acribillando. Y gravísima acusación para la honra de una persona que es la máxima representante aquí y en el exterior de todo el pueblo chileno. ¿Será una venganza por sus osadas reformas que no han caído bien a conocidos sectores de poder económico y político?

Y peor aún, hipócritamente para denostarla se sirven de supuestas filtraciones de un operador político de la ultra derecha, vinculado al caso Penta, y que ahora sale a la luz en medio del proceso a que la justicia lo tiene sometido por varios delitos.

¿Ignoran esos mercaderes de medios que la ética periodística obliga a sus escribas a seleccionar con mucho cuidado las fuentes de su información y cotejarlas con otras? Y si no hay tiempo por la hora del cierre, al menos que la fuente tenga la calidad que respalde su verosimilitud?

¿Que esa fuente debe ser confiable e intachable para lograr credibilidad ante sus lectores? Evidentemente, ésta carece de todos esos requisitos. ¿Por qué darle crédito a un oscuro personaje otorgándole un espacio en un medio hasta ahora considerado serio?

Aquí ya se vislumbra una torcida intención para hacer oposición mediante rumores de última calaña que hieren la honra de nuestra Presidenta. Más grave es que se escuden en el derecho a la libertad de expresión, como si esta fuera absoluta y todos pudiéramos ejercerla. Y sin considerar que tiene límites en los derechos del otro.

Porque si bien esa misma legislación protege y fomenta la libertad de expresión y de información también protege la honra de las personas. Ambos derechos son constitucionales y si colisionan, ninguno prevalece sobre el otro. Y los tribunales deben analizar caso por caso.

Es verdad que el derecho a la privacidad y a la honra en personajes públicos, cuyas acciones deben ser transparentes, está limitado también por el legítimo interés público que dichas acciones puedan despertar. Pero si los hechos que se le imputan son calumniosos, se hace necesario indagar, como han hecho los tribunales en otros casos, el “animus injuriandi”, es decir, la intención con que se han lanzado estos infundios.

Aquí cabe acoger la advertencia de la Presidenta Bachelet al mencionar la posibilidad de “un montaje” dirigido a destruir los logros de su gobierno.

De ahí que sea  útil y necesaria su querella contra el medio que hasta ahora aparece como centro del posible comienzo de una conspiración. En la investigación que deberá hacer la justicia podrán salir muchos o todos los trapitos al sol

Y surge otra gran sospecha.

En varios países vecinos, Jefes de Estado que trataron de salir del esquema económico neoliberal que tanta desigualdad provoca, están siendo atacados por diferentes flancos y ya han caído cuatro: el Presidente Manuel Zelaya en Honduras; el Presidente Fernando Lugo de Paraguay; las Presidentas Cristina Fernández en Argentina y Dilma Rousseff en Brasil. Todos reemplazados por políticos derechistas que están “recuperando” sus países para la “normalidad”.

En el caso de Roussef, aún está por decidirse su salida definitiva. Y ya están en la parrilla. el  PresidenteNicolás Maduro en Venezuela, y a a punto, y un poco más distante, el Presidente Rafael Correa en el Ecuador.

¿Será la diatriba de una revista la punta del hilo de una siniestra maniobra destinada a enredar la madeja en nuestro país?

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