Volver al día 17

Volver al 17 de octubre de 2019 parece ser la aspiración del gobierno y sus partidarios. Para ellos ese día representa lo perdido: orden, crecimiento, estabilidad. A ese día el país era modelo para el continente, y el presidente Piñera esperaba liderar grandes eventos internacionales antes de fin de año.

Pero, lo que no entendieron los que tienen esa ilusión, y no entienden hasta ahora, es que el 18.O no se produjo de manera instantánea, sino fue un estallido por causas acumuladas de diverso orden que afectan a la enorme mayoría de las chilenas y chilenos.

Pobreza, endeudamiento, discriminación, desigualdad, pero sobre todo abuso. Y querer volver al día 17 sería  a esa realidad: aparente orden, crecimiento y estabilidad, pero mucho cansancio de la diferencia entre los que gozaban de esa situación y quienes la sufrían.

La pandemia, para algunos de ellos, vino a mostrar un país que no veían, pero que estaba allí, y sigue estando. Pero están viendo algo que no entienden.

El estallido del 18.O, casi lo olvidamos, fue gatillado en parte por frases de autoridades de gobierno que daban cuenta de ese no ver, y evidenciaban no entender. Ahora también las hay.

Por ejemplo, que se pida a las personas que se queden en casa, y no se les entregue medios para vivir mientras dure el confinamiento.

O que el familiar contagiado esté en una habitación separada y con baño privado, cuando vive con su familia en una vivienda social con solo un baño y dos habitaciones, o en un campamento.

Esa falta de comprensión permite explicar también por qué no se recurrió desde el primer momento a la red de atención primaria y los municipios para prevenir los contagios, y se extiende no solo a las condiciones sanitarias. Abarca la realidad de las micro y pequeñas empresas, cuyos empleos y capitales son precarios y a las que no les basta un crédito, por muy buenas condiciones con que aparentemente se les conceda.

Y también al itinerario electoral y el proceso constitucional, que obviamente no quieren que se cumpla porque creen que después de la pandemia volveremos al día 17, como si el 18 se hubiera producido por un error de la historia.

También les ha llevado a imaginar que la insuficiente transferencia de recursos a las familias resuelve la situación mientras se vuelve a una nueva normalidad, que se entiende como el día 17 con unos pequeños ajustes.

En esa comprensión o incomprensión se sitúa el llamado a un acuerdo. El país necesita un acuerdo, en realidad más de uno. Necesita uno para atender y resolver la crisis sanitaria, otro para recuperar los empleos y las empresas, y uno sobre el país que queremos, que debe surgir del proceso constitucional y no es el mismo que existía antes del estallido social y la pandemia.

Lamentablemente, la intención de un sector importante y posiblemente mayoritario de los partidarios del gobierno, que se pronuncia por suspender el itinerario constitucional, y si no consiguen eso, por el rechazo en el plebiscito de octubre; que privilegia los informes de las clasificadoras de riesgo por sobre los diagnósticos de sus propios alcaldes, y al que el gobierno mismo parece sumarse, es que el acuerdo que se requiere es para volver al día 17.  

Y eso no tiene espacio. Volver al día 17 es no entender que después viene el día 18.

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