Zoom a la política exterior del Gobierno

Stephan Schubert

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Errores no forzados, falta de experiencia y poco manejo de las relaciones internacionales, entre otros. De esta forma se podría definir el trabajo hecho a nivel de política exterior por parte de la administración de Gabriel Boric durante sus primeras semanas de gobierno.

Primero, esto partió con el rey de España, Felipe IV, quien según el Mandatario habría sido el causante del retraso en la ceremonia de cambio de mando el 11 de marzo en el Congreso en Valparaíso. Estas acusaciones fueron emitidas en medios de comunicación -como, por ejemplo, en el programa Las Caras de La Moneda de Don Francisco-, lo que generó la respuesta desde el área de comunicaciones de la monarquía española y el ataque de los periodistas españoles. Finalmente, la canciller Antonia Urrejola tuvo que hacer gestiones para dar por terminado el impasse y la máxima autoridad del país comentó de manera posterior que había sido mal informado sobre esta materia.

Luego, a pocos días de la primera visita al extranjero de Boric, los dichos de ministra del Interior, Izkia Siches, que suele hablar del concepto Wallmapu -nombre dado por algunos grupos y movimientos indigenistas y autonomistas al territorio que el pueblo mapuche habitó históricamente en diversos grados y épocas en el cono sur de América del Sur-, desató críticas en los partidos de oposición argentina, porque el término considera no solo tierras chilenas, sino que también del país vecino que han sido habitadas por esta etnia.

Esto provocó indignación hacia Chile por estar legitimando un reclamo territorial que afecta a la soberanía argentina. La secretaria de Estado se vio obligada a excusarse por sus dichos -explicando que sólo se refería al contexto nacional- y hablar con el embajador argentino en Santiago, Rafael Bielsa.

Lo otro, que fue muy cuestionado desde diferentes sectores, fue la designación de los embajadores como fue el caso de Bárbara Figueroa en Argentina y Paula Narváez en la Organización de Naciones Unidas (ONU). Desde la Asociación de Diplomáticos y Diplomáticas de Carrera (Adica) reprocharon estas nominaciones a través de un comunicado: "Se evidencia la mantención de criterios de nombramiento por razones de amistad, cercanía política o debido a la derrota en candidaturas electorales, al tiempo que desea manifestar su interés en que las futuras designaciones de embajadores y embajadoras por parte del Presidente de la República, provengan de manera exclusiva de funcionarios y funcionarias de la carrera diplomática".

Con respecto a lo que está ocurriendo en el Tribunal Internacional de La Haya, es un tema en desarrollo y se espera que el equipo jurídico que nos representa lo haga de la mejor forma posible y que la decisión de los jueces sea favorable para los intereses de la nación. Cabe destacar que Chile llevó en 2016 a Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), pidiendo a sus magistrados que declaren el Silala como "curso de agua internacional" y le otorguen igualdad de derechos en el uso de sus aguas.

Desde mi punto de vista, Chile no puede y no debe intervenir en la política exterior de otros países, por lo que los ministros y el Presidente deben cuidar todos los dichos que se emitan en actos públicos, medios de comunicación, RRSS, entre otros, para no repetir lo que sucedió con Argentina. Al igual que los expertos de la diplomacia, no me parece correcta la designación de embajadores como premio de consuelo por perder candidaturas o respondiendo intereses políticos, ya que tiene que primar el oficio y la experiencia en relaciones internacionales. Por último, antes de responsabilizar a la máxima autoridad de un país o monarca sobre un hecho, lo mínimo es confirmar la información antes de "lanzar la caballería", esta vez fue un retraso a una ceremonia, quizás mañana estas erróneas interpretaciones pueden revestir algo de mayor relevancia.