Dificultad para conciliar el sueño, depresión y ansiedad generalizada fueron algunos de los indicadores que marcaron el Diagnóstico sobre la situación de derechos de la niñez y adolescencia 2024 de la Defensoría de la Niñez. Los datos alertan sobre un creciente deterioro en la salud mental de niños, niñas y adolescentes.
Frente a estas cifras, algunos expertos han señalado el uso de redes sociales como uno de los responsables. Estas plataformas de acceso gratuito y universal han proliferado entre la población más joven, llegando muchas veces a impactar negativamente en sus resultados académicos, cambios en la relación con sus familiares, amigos y profesores, baja autoestima, patrones de sueño y conductas disruptivas.
En respuesta a estos indicadores, la Cámara de Diputados acogió un proyecto de ley que propone prohibir el acceso a las redes sociales para menores de 14 años. La medida busca regular el uso de pantallas e interacciones en plataformas de internet, sumándose a iniciativas similares en Australia, Francia y parte de Estados Unidos. Si bien se trata de regular a las empresas tecnológicas para que restrinjan el ingreso a menores, ¿en la práctica es posible mantener a niños y jóvenes fuera de las redes sociales? Normas de control como la edad de consumo de alcohol y tabaco muestran que, aun existiendo la ley, muchos jóvenes consiguen acceder de igual modo a distintas sustancias controladas.
La evidencia ha probado que, sin el apoyo necesario, muchas leyes terminan convirtiéndose en letra muerta, siendo poco eficaces a la hora de conseguir su objetivo. En este caso puntual, por ejemplo, se da un gran paso en establecer normas. Pero ¿con qué herramientas cuentan los padres para apoyar a sus hijos y fomentar una vida libre de pantallas?
Este tipo de legislaciones, si bien son necesarias, debe ir de la mano de un apoyo integral a las familias, afrontando los riesgos desde la prevención y el acompañamiento, y no solo desde la prohibición y la sanción. Diversos estudios demuestran que una crianza consistente, en ambientes amorosos, seguros y estimulantes, fomenta el desarrollo de niños, niñas y adolescentes, y para alcanzar esta meta es fundamental entregar a padres, madres y cuidadores la posibilidad de acceder a estrategias para acompañar a sus hijos en las distintas etapas de su desarrollo, potenciando su autorregulación. Y no se trata de cualquier estrategia -que por cierto abundan en las redes sociales-, sino de aquellas que cuentan con una base científica y que se ha demostrado que efectivamente funcionan.
Por eso, frente a los múltiples desafíos que implica mejorar la calidad de vida y potenciar el desarrollo cerebral, emocional y social de niños, niñas y adolescentes, se requiere de esfuerzos conjuntos que permitan a las comunidades implementar diversas medidas, que acompañen la aplicación de la norma con el apoyo necesario. Por ejemplo, la decisión de algunos colegios de crear espacios libres de pantallas se ha impulsado como un intento por cambiar la forma en que se vinculan los jóvenes con su comunidad escolar. Asimismo, el programa de Apoyo a la crianza de Chile Crece Más, o el Programa Lazos de la Subsecretaría de Prevención del Delito, ponen a la crianza y las estrategias parentales como la primera y más importante medida para el bienestar de jóvenes, niños y sus familias.
Restringir las redes sociales a menores de edad es, sin duda, un gran avance. Sin embargo, es solo un paso más para avanzar hacia una vida plena de niños, niñas, adolescentes y sus familias.
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