Durante los últimos años se ha observado un creciente interés por recursos naturales como el litio, elemento clave para la elaboración de medicamentos en la industria farmacéutica y en el desarrollo de la electromovilidad.
Este mineral se encuentra en una alta concentración en la zona comprendida entre la Puna de Atacama y el salar de Uyuni; por lo tanto, ubicada entre Chile, Bolivia y Argentina; y este sector presenta un alto interés geopolítico, ya que el litio se transforma en un mineral clave para las nuevas tecnologías y, por lo tanto, puede generar rivalidades en torno a quien se logra posicionar mejor en el mercado internacional del mismo.
En esta línea, desde 2021 se encuentra en internet la Política de Defensa Nacional de Argentina, que establece claramente que "resulta de suma importancia generar una aproximación cooperativa con la República de Chile y con el Estado Plurinacional de Bolivia en la defensa y aprovechamiento de los yacimientos de litio ubicados en el Triángulo del Litio" (Política de Defensa, 2021, p. 13).
Por ello, cuando se observa que en las últimas semanas se ha hablado de la cooperación entre los tres estados para su explotación, tenemos que comprender que ese es uno de los objetivos estratégicos definidos públicamente por uno de nuestros vecinos. Ante la demora de una normativa clara que defina los grados de participación estatal o privada del litio en Chile, debemos preguntarnos ¿cuáles son las reales ventajas de un acuerdo de este tipo? Solo basta recordar el ejemplo del gas natural años atrás.
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