La Haya, un juicio innecesario
Esta semana comienzan los alegatos en La Haya, producto de la demanda unilateral interpuesta ante nuestro país por Bolivia. Muchas cosas ya se han dicho y se seguirán diciendo en este proceso que comienza ahora y que tendrá como resultado un veredicto en unos meses más.
Como todas las causas que han involucrado la defensa de nuestro territorio y soberanía se han tomado posiciones de Estado en las cuales las diversas fuerzas políticas y poderes del Estado se alinean tras una postura oficial de defensa única de la Nación y esta no es la excepción.
En este sentido los parlamentarios e integrantes de la Comisión de Relaciones Exteriores hemos sido activos defensores de la argumentación chilena y es así que reafirmamos la postura de Chile:
creemos en la intangibilidad de los tratados y se lo hemos hecho saber a todos los parlamentos de la región en otras naciones.
Chile tiene suscrito con Bolivia un Tratado del año 1904 que fija los límites, y ese Tratado fue ratificado por los gobiernos y por los parlamentos de ambos países de manera soberana, voluntaria y libre, después de 20 años de que haya tenido lugar el conflicto entre Bolivia, Chile y Perú. Por tanto para nosotros, y considero que para ellos debiera ser igual, de validar estos tratados en tiempos de paz, con legislación acorde y sin la presión del conflicto original.
En este escenario es que reafirmamos y respaldamos la decisión del Gobierno de Chile ante la Corte de La Haya de reclamar la impugnación de la competencia de esa instancia que se crea en 1948 posterior a la firma del tratado de 1904.
El Pacto de Bogotá en el artículo sexto, establece claramente que el tratado suscrito con anterioridad, no puede ser objeto de dicho cuestionamiento y en consecuencia, para ser visto por la Corte de La Haya.
Nosotros hemos honrado el compromiso con Bolivia en dar acceso al mar. Hemos ayudado en el espíritu que somos parte de Latinoamérica y nuestras naciones deben crecer en conjunto y es por eso que hemos ayudado permanentemente a Bolivia a tener acceso libre al mar, pero sin soberanía.
En ese sentido, de los países que no tienen costa en el mundo, Bolivia es el que tiene mayores derechos para acceder al mar. No de manera soberana, pero sí con una amplia gama de herramientas que permite a ese pueblo poder transitar y tener actividad comercial con amplias ventajas.
Existe autonomía, aduanera tanto en los puertos de Arica y Antofagasta; hay derecho de las cargas bolivianas a permanecer almacenadas por largos plazos. Existe almacenamiento gratuito en los puertos de Arica y Antofagasta hasta por un año para importaciones y 60 días para exportaciones.
Hay tarifas preferenciales para el uso del muelle, ya que el valor de tarifa fija es de 0,85 dólares por tonelada, cifra muy distinta a la que deben pagar las cargas chilenas en nuestros propios puertos. Existen tarifas preferenciales para el almacenamiento de cargas peligrosas, hay exención impositiva para la carga en tránsito, entre otros aspectos e incluso el oleoducto Sica Sica- Arica. Por tanto hay un libre tránsito que como país hemos respetado y fomentado.
Si bien Bolivia no ha tenido un acceso soberano, pero ha tenido acceso libre al mar, y para esos efectos Chile ha invertido muchos recursos. Al año, Chile destina por sobre 80 millones de dólares a honrar los tratados y los compromisos con Bolivia; y desde ese punto de vista, Bolivia tiene acceso al mar, lo que no tiene es un acceso soberano al mismo.
Considero que podemos seguir avanzando en muchos de estos temas internacionales con Bolivia, podremos avanzar en otras materia de integración.
Debemos ver los derechos sociales que deben ir adquiriendo los inmigrantes que vienen a trabajar a Chile, podemos seguir retomando una agenda que contenga otros temas, pero lamentablemente la demanda ha enturbiado cualquier posibilidad de desarrollo de las relaciones de nuestros pueblos. Sin embargo confiamos en que esto pueda cambiar.
Recordemos que durante el primer gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet tuvimos una agenda de 13 puntos que avanzó, pero que se vio estancada. Somos países que mantenemos límites bien definidos con nuestros vecinos, nadie nos pude reclamar lo contrario y es por eso que más vale trabajar una agenda de desarrollo entre ambos países, sin postergación, que entrar en un juicio que durará un buen tiempo y que mantendrá la desconfianza entre dos naciones que tienen todo para poder crecer en conjunto en el marco de Estados amigos apegados al derecho internacional y a la cooperación.
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