El Papa Francisco propone acoger en las comunidades católicas a los divorciados vueltos a casar y restringir el matrimonio a una pareja heterosexual. En los comentarios llama la atención la ignorancia y confusión sobre condiciones matrimoniales católicas elementales.
El estado de adulterio (pecado grave) de la persona divorciada y vuelta a casar lo establece Jesucristo: Mt 19,9 (Biblia Reina-Valera) “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera”.
La Iglesia Católica tiene como sacramento a la recepción del Cuerpo y la Sangre de Cristo (comunión), para el cual la persona debe estar en gracia de Dios, es decir no en pecado grave. La persona en adulterio no puede participar en el sacramento de la comunión y por esto se ha discriminado, erróneamente a estas personas excluyéndolas de la “comunión” de la comunidad (excomunión).
Este es un error grave, las personas en adulterio no están excomulgadas y pueden participar de la comunidad en todas las reuniones de ella aún en las misas; lo que no deben, es comulgar (si lo hacen caen en sacrilegio), confesarse válidamente (para ser válida deben dejar la situación de adulterio) y ser agentes pastorales donde sea indispensable dar un testimonio de fidelidad al evangelio.
La Iglesia Católica debe ser consistente con lo que es en todas sus dimensiones especialmente en la espiritual. Jesucristo le dice a Pilatos, mi reino no es de este mundo. Pilatos (romano politeísta) se asusta porque capta que el reino de Cristo es del plano divino y busca la manera de dejarlo libre. Si no se acepta la dimensión espiritual de la Iglesia es imposible entender sus mandamientos.
La Iglesia Peregrina que vemos es una parte pequeña de toda la Iglesia constituida además por la Iglesia Triunfante con los santos y ángeles (miles de veces más concurrida) y por la Iglesia Purgante que contiene a los que se purifican en el Purgatorio. En la Iglesia Triunfante y Purgante la menor parte son católicos; Cristo es muy claro en el juicio final, los que amaron (de caridad) van al Cielo o al Purgatorio, los que odiaron o fueron indiferentes van al Infierno.
El matrimonio cristiano que tiene realidad sólo en la tierra (no continúa en el más allá) incide o trasciende en la vida espiritual al ser asumido como sacramento (Cristo le dio tal carácter). Matrimonio significa (latín): mater = madre y monium = función, rol o calidad de se refiere a la función de maternidad y conyugalidad procreante-criante.
En inglés marriage significa unión marital constituyente de pareja; en idiomas semíticos significa más bien procreación y conservación de la especie. En inglés no hay problema de decir matrimonio homosexual, en castellano en árabe y otras lenguas semíticas antiguas sí. El problema lingüístico y semántico no es trivial y hay que considerarlo.
El sacramento del matrimonio cristiano tiene características críticas para constituirse. Elementos fundamentales del sacramento.
1) La fórmula muy conocida: aceptas a… en toda situación, salud y enfermedad…hasta que la muerte los separe.
2) La materia, que es imprescindible, es el amor entre los que se casan.
3) El ministro (quien administra) que no es el sacerdote (sólo es un testigo), los ministros son los que se casan, ellos mismos administran y construyen el matrimonio durante toda la vida, es esta una de las condiciones que lo hace indisoluble.
Digamos algo del amor (materia). Este es un amor pleno que toma la dimensión humana y divina, podemos ver en el al menos cuatro elementos.
El amor de la amistad, los cónyuges como ministros profundizan su amistad, el conocimiento mutuo, el desarrollo de afectos, emociones valoraciones mutuas cada día más profundos.
El amor del compañerismo, estar y querer estar al lado del otro en las buenas y en las malas acompañando, consolando, fortaleciendo, estimulando, buscando el desarrollo.
El amor conyugal y la búsqueda de la plenitud en la felicidad que la sexualidad humana tiene en la entrega mutua generosa.
El amor de ágape o de hermandad en la caridad cristiana, amor que busca la perfección espiritual cristiana y la fusión con Dios de sí mismo y del cónyuge, este continúa en la eternidad.
Hay harto que desarrollar por estos ministros para completar el edificio matrimonial, el divorcio lo trunca lo desbarata, lo aborta. Pero ¿saben los que se casan que son ellos los ministros y constructores permanentes del matrimonio? En mi experiencia de más de 20 años en la pastoral prematrimonial vi que este conocimiento o no existe o es muy precario.
Entremos entonces en las condiciones mínimas para un matrimonio válido.
Debe ser libremente decidido, cualquier presión de padres o situaciones compulsivas (embarazo por ejemplo) lo hace inválido.
Debe haber madurez para entender el matrimonio cristiano y lo que esto significa en su dimensión humana y religiosa; raras veces se cumple.
Transparencia y conocimiento de las características fundamentales de los novios entre sí, en qué trabajan, cuánto ganan, si participan en partidos políticos, que equipo de fútbol les gusta, qué comidas apetecen; no es necesario saberlo todo que se irá complementando en la vida y quedarán siempre intimidades donde es sano no meterse. En mi experiencia no más del 30% se mostraban las liquidaciones de sueldo, pero todos sabían que cosas le gustaban al cónyuge.
Debe haber fidelidad y unicidad de cónyuge, las sucursales afectivas o eróticas invalidan el matrimonio porque se inscriben en el caso de fornicación antes (pololeo engañoso), durante y después de la unión formal, deben abandonarse todas y restringirse a ese cónyuge.
Ser conyugalmente apto, impotencias, frigideces irreductibles, homosexualidad, etc. lo hacen inválido.
Debe ser frecuente entre los divorciados y vueltos a casar matrimonios inválidos y por lo tanto no son divorcios ya que nunca hubo matrimonio y el segundo puede serlo. Les he recomendado a amigos que están en esta situación que hagan los trámites pero lo engorroso y el precio sobre un millón de pesos los ha hecho desistir.
La otra realidad es el apareamiento sin ceremonia ni papeles. Si los ministros del matrimonio son los novios, una dama y un varón cristianos que se aman de verdad y que deciden constituir una pareja procreante-criante es un matrimonio cristiano. Debe haber una enorme cantidad de matrimonios “naturales” cristianos y la Iglesia tendrá que elaborar una pastoral para ellos.
Dada la definición latina de matrimonio y su establecimiento bíblico judeo-cristiano con realidad espiritual (sacramental) de matrimonio entre una dama y un varón que forman una pareja conyugal procreante-criante no es posible cambiar esta condición. La solución es crear otra realidad de convivencia.
¿Porqué insistir con matrimonio? Lo más sencillo es crear el homo-monio y el matrimonio en ese caso sería un hetero-monio, que si se diferencian en formal e informal podemos incluir a los religiosos o de otras formalidades y a los informales que serían simples uniones sin ninguna connotación adicional.
Habría que reconocer otras formas de uniones sexuales o eróticas y que no necesariamente sean de parejas. La bisexualidad aceptada formaría un trío o trimonio y en general polimonios.
No se puede sólo entreabrir la puerta, es necesario abrirla de par en par y aceptar todas las formas de convivencia que quieren establecer relaciones de propiedad, de distribución de bienes, con o sin relaciones sexuales.
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