Coescrita con Natalia Gómez San Carlos, académica del Departamento de Nutrición, Facultad de Medicina Universidad de Chile e integrante del Grupo Transdisciplinario para la Obesidad de Poblaciones (GTOP)
Cada 14 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Diabetes, siendo esta una oportunidad para pensar y actuar en el impacto social y sanitario de esta condición.
Cuando hablamos de diabetes se debe entender que existen dos condiciones diferentes, la diabetes tipo I que en general aparece precozmente en la vida (infancia o adolescencia) siendo una condición tratable (con medicamentos, dieta y ejercicio), pero hasta ahora no prevenible. Este tipo corresponde a alrededor del 3 a 5% de todas las personas que tienen diabetes. Otra situación es la diabetes tipo II, condición asociada a la obesidad, que sí es prevenible con una dieta saludable y una vida activa. Esta diabetes generalmente se da en adultos, aunque cada vez más jóvenes y corresponde al 90%. En ambos casos, la glicemia (azúcar en la sangre) aumenta por sobre los niveles normales.
Las preguntas que queremos contribuir a responder son, por qué es importante controlar la diabetes y cómo prevenir la diabetes tipo II.
Actualmente, el número de personas que viven con diabetes en el mundo ha aumentado exponencialmente a más de 400 millones en los últimos 30 años, más de 60 millones están en la región de las Américas. No hay que olvidar que alrededor del 40% de las personas con diabetes desconoce su condición, por lo que estas cifras podrían ser aún mayores. Por otra parte, en nuestra región la diabetes es la sexta causa de muerte y la séptima causa de años de vida perdidos prematuramente. Las personas que viven con diabetes tienen más riesgo de enfermar gravemente y de morir por otras enfermedades, por ejemplo, la diabetes es causa de ceguera en adultos, se asocia a depresión, estrés y ansiedad y aumenta el riesgo de tener y fallecer por enfermedades cardiovasculares, enfermedad renal y cáncer; además de asociarse a cuadros más severos de Covid-19, todo lo anterior va de la mano con una disminución de la calidad de vida y mayor gasto en salud.
En Chile, la última Encuesta Nacional de Salud (ENS 2016-2017) mostró que la prevalencia de sospecha de diabetes en mayores de 15 años es de 12,3%, el triple de lo que se observó en 2003 (4.2% ENS). Se estima que sobre 2 millones de personas en Chile tienen diabetes, y la prevalencia va en aumento. Estas cifras se concentran en las poblaciones con menor nivel educacional y socioeconómico, al igual que la obesidad y el sedentarismo, dos factores de riesgo de diabetes, lo que debe una vez más, hacernos plantear las causas más profundas de estas condiciones y dejar de pensar que éste es sólo un tema de autocuidado. El Estado tiene una responsabilidad no sólo en que todas las personas afectadas tengan acceso a atención de salud, consejería y medicamentos, sino, debe prevenir, promoviendo un ambiente que favorezca la dieta sana y la práctica de ejercicio físico.
El documento de la OPS sobre mejores inversiones (costo eficaces y factibles) para abordar las enfermedades no transmisibles como la diabetes y la obesidad, recomienda a los gobiernos aplicar combinadamente un conjunto de medidas que favorezcan la alimentación más saludable, como aquellas que inducen la reformulación de alimentos para que disminuyan el contenido de nutrientes dañinos para la salud como la sal (sodio) y los azúcares, tales como el etiquetado frontal de advertencia y los impuestos a estos alimentos.
Así también, entre las mejores inversiones, se encuentra el favorecer el consumo de frutas, verduras, legumbres y pescados mediante subsidios a la producción y comercialización de estos productos; y promover que al menos ciertos ambientes, como establecimientos educacionales, de salud y de trabajo, sean saludables, tengan disponibilidad de estos alimentos cuyo consumo queremos promover y espacios que permitan la práctica de actividad física. En conjunto con estas medidas regulatorias, es importante limitar la publicidad de alimentos insanos y contar con campañas comunicacionales y programas educativos permanentes que promuevan las dietas sanas y el ejercicio físico.
Una buena asociación entre medidas gubernamentales que mejoren los ambientes cotidianos junto con estrategias comunicacionales y educativas masivas, otorgará al consumidor un ambiente que favorecerá una adecuada toma de decisiones, contribuyendo de esta forma a disminuir la obesidad, la dieta insana, el sedentarismo y por ende también la diabetes y otras enfermedades crónicas vinculadas a los estilos de vida, como las cardiovasculares y el cáncer, mejorando la calidad de vida de las personas.
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