Los mayores enfrentan frecuentemente problemas relacionados con fármacos. Muchos de ellos incluyen la ineficacia de éstos, algunos efectos adversos, sobredosis, subdosificación e interacciones entre ellos, convirtiéndose en uno de los mayores peligros para mantener su salud.
Si bien en Chile no existen datos estadísticos, estudios geriátricos estadounidenses del Clinic Geriatric Medicine señalan que un 30% del total de las prescripciones de fármacos son hechas a este grupo etario, aun cuando éstos corresponden a sólo un 18% de la población. Asimismo, un 40% de esta población ocupa, por lo menos, un fármaco de venta libre con alta frecuencia. Es así como un 65% de los adultos mayores usa regularmente tres tipos de medicamentos diferentes.
Aunque cualquier paciente puede presentar efectos adversos a ciertos fármacos, características propias de las personas mayores los hacen aún más susceptibles; se presentan cambios en la farmacodinamia y la farmacocinética relacionados con la edad que aumentan el riesgo de estos efectos. No obstante, estos riesgos pueden prevenirse pero es necesario mejorar la comunicación entre pacientes y médicos.
Las enfermedades crónicas o aquellas que van apareciendo con los años son la real causa de la polimedicación en esta etapa de la vida. Sin embargo, la prescripción de medicamentos para algunas de estas enfermedades pueden generar reacciones o síntomas que se asemejan a otras, produciendo un efecto cascada que, sin lugar a dudas, provocará mayores problemas.
Por esta razón, y así como indica la Health Care Financing Administration de Estados Unidos, la monitorización del consumo de fármacos es fundamental en esta etapa y requiere, entre otras cosas, documentar las indicaciones de nuevos medicamentos indicados, mantener un listado actualizado de éstos (los que el paciente consume o ha consumido en su historial clínico), monitorizar logros terapéuticos y otras respuestas a los fármacos, además de solicitar pruebas de laboratorios necesarias para establecer eficacias y efectos adversos.
Sólo a través de este protocolo, los riesgos de la polimedicación pueden reducirse, teniendo siempre una comunicación directa y fluida con el facultativo de cabecera.
Por último, y como sociedad, aún estamos al debe con nuestros adultos mayores, considerando que sólo existen 104 geriatras en todo Chile (uno por cada 20 mil adultos mayores), existiendo regiones en donde no se cuenta con ninguno de estos especialistas.
Necesitamos que esta temática sea considerada como prioridad nacional, para brindar una mejor calidad de vida, bienestar y dignidad en la última etapa de la vida.
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