El químico farmacéutico juega un papel esencial como el primer asesor de salud que las personas tienen a disposición en cualquier farmacia. Ellos son claves para detectar las necesidades médicas o resolver situaciones simples, contribuyendo a mejorar la salud y calidad de vida de los ciudadanos.
Estos profesionales son claves en la promoción del autocuidado, sobre todo, educando a la población a evitar la automedicación. De acuerdo a estudios del Centro de Información Toxicológica de la Universidad Católica (CITUC), la automedicación es un problema de preocupación sanitaria a nivel nacional, siendo la primera causa de intoxicaciones en el país con un 58%, seguido por los útiles de aseo con sólo un 18%.
No podemos olvidar que los medicamentos son sustancias químicas que pueden representar un problema o peligro para quienes los consumen de forma irracional o sin conocimientos respecto a su composición. Lamentablemente, hay una baja percepción respecto del riesgo que éstos conllevan, sobre todo en personas con algún tipo de patología crónica que deben seguir un tratamiento farmacológico de larga data.
En nuestro país, los medicamentos de venta libre alcanzan al 15% del mercado aproximadamente, de acuerdo al CITUC, siendo los analgésicos, antihistamínicos y antidiarreicos los más comunes y los que pueden generar mayores complicaciones, por las interacciones que se producen a hipertensos, diabéticos o con alguna patología cardiovascular si se consumen sin la guía de un facultativo.
No debemos olvidar que el automedicarse implica tomar una decisión sobre la propia salud, donde - muchas veces - buscamos alivio obteniendo resultados negativos. Si el medicamento X le sirvió a un familiar o un vecino, no necesariamente lo hará con uno, ya que son diversos los factores que influyen en que éste sea el adecuado para la patología que se está cursando.
Por esto, es fundamental comenzar a educar en la automedicación como elemento contrario al autocuidado, y no sólo desde nuestro rol, sino que también como parte de la entrega formal de conocimientos en los colegios, como comenzó a hacerse con el alcohol y el cigarrillo tiempo atrás.
El problema no radica en consumir medicamentos para tratar una patología, mientras éstos sean indicados por un profesional médico y el paciente mantenga una adherencia al tratamiento de forma correcta. El verdadero problema está en que nosotros creamos que somos profesionales de la salud y actuemos de forma irresponsable con nuestro bienestar. Pastelero a tus pasteles.
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